SOLIDARIDAD

Lágrimas y mucha solidaridad

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photo_camera Eugenia y Tomás observan lo poco que se pudo sacar de la casa, esqueletos metálicos de lo que fueron muebles.

Una ola de solidaridad recorre el municipio de Xunqueira de Ambía y muchos otros pueblos de la comarca para ayudar a la pareja que perdió su casa y todos sus enseres en el incendió que arrasó el sábado el albergue 'Casa Tomás'.

Todos con Casa Tomás". Este es el encabezamiento de docenas de carteles que inundan Xunqueira de Ambía y todos los pueblos del entorno. Tomás Santa Cruz Gurriarán y su pareja Eugenia Willisch Domínguez perdieron el pasado sábado todo lo que tenían. Las llamas arrasaron el albergue turístico que dirigían en pleno centro de Xunqueira, enfrente de la colegiata.

Todo ocurrió sobre las tres de la madrugada. "Mi mujer y yo dormíamos en la segunda planta del inmueble y me desperté al oír ruidos en la buhardilla; era como si alguien estuviera pisando en el 'faiado' y había mucho humo", relata Tomás con lágrimas en los ojos, mientras mira, junto a Eugenia, como los miembros de la brigada municipal de obras recogen los restos calcinados de todo lo que hasta hace cuatro días era su vida.

"Subí corriendo al ático y en cuanto abrí la puerta del 'faiado' una lengua de fuego me tiró hacia atrás. Bajé corriendo a despertar a Eugenia y salimos de casa con lo puesto". Tomás llamó al 112 y al poco, docenas de vecinos se acercaron a intentar echar una mano, pero el fuego era implacable y arrasó el interior del edificio y todo el mobiliario y enseres que había en la casa. Sólo quedaron en pie las paredes de piedra de la construcción. Ayer por la mañana la brigada de operarios enviada por el Ayuntamiento de Xunqueira recogía los escombros y llenaba a paladas el remolque de un tractor, que trasladaba al vertedero lo que quedaba de buena parte de la vida de Tomás y Eugenia. Ambos, acompañados por Pablo, hijo de Tomás, miraban lo poco que habían podido quitar los trabajadores del interior de la casa, los restos metálicos de los somieres de tres camas y el esqueleto de hierro de una silla.

"Toda nuestra vida quedó ahí, pero estoy feliz porque estamos vivos y creo que tengo fuerzas para continuar y rehabilitarla"

"No pudimos salvar nada. Yo no sé cómo me pude poner los zapatos y Eugenia salió descalza y en pijama. Pero después de la desgracia que hemos sufrido, nuestro único consuelo es la solidaridad y el apoyo que estamos recibiendo", dice Tomás con voz entrecortada. El ayuntamiento les consiguió un piso para alojarse "y lo tenemos lleno de ropa que nos fueron trayendo los vecinos; yo creo que ando con unos zapatos del alcalde y todo lo que llevo puesto me lo dio algún vecino, y lo mismo Eugenia. A todas horas nos traen comida. Se están volcando con nosotros y no sabemos cómo agradecerlo". El mismo domingo, el equipo de fútbol de Xunqueira jugaba contra el Ourense y la recaudación que se hizo fue para la familia, anunciando el encuentro en carteles repartidos por toda la comarca. Otro cartel que acompaña al anterior comienza diciendo "¡¡¡Hoxe tocoulle a eles, mañá pódeche tocar a tí!!!. Axudemos aos propietarios do albergue 'Casa Tomás', que sufríu un terrible incendio". El texto se acompaña con una fotografía de la casa aún en llamas y se completa pidiendo donativos para la familia, que se pueden hacer en cualquier sucursal de los bancos Pastor o Popular a nombre de Tomás.

Tomas nació en Oviedo, aunque vivió en Ourense la mayor parte de sus 50 años. Su actual pareja es de Santa Uxía de Ribeira y tiene 49 años. Compró la casa a unos familiares de su exmujer hace unos 15 años, como segunda vivienda. Tomás tuvo varias tiendas de telefonía en Ourense, hasta que la crisis se las llevó por delante y hace un par de años decidió la aventura del albergue turístico en su casa de Xunqueira. "Tengo un amigo en Alberguería, que tiene un albergue, y me animó. Vendí el piso de Ourense y preparamos el albergue, que abrimos en septiembre pasado. Tiene seis plazas y ya creemos que se nos estaba quedando pequeño, pues hasta noviembre vino mucha gente", asegura Tomás.

"Toda nuestra vida quedó ahí", afirma mientras las lágrimas le vuelven a los ojos, mientras su hijo Pablo, que vive y trabaja en Granada, lo anima, y Tomás recobra el aliento para asegurar que "estoy feliz porque estamos vivos y creo que tengo fuerza para continuar e intentaré rehabilitarla. No sé cómo, pero lo voy a intentar y viendo la ayuda que me están dando, estoy animado. Un señor jubilado vino ayer y me dijo, 'Tomás, eu non teño nada, pero fun albañil e tes as miñas mans para traballar na reconstrucción da casa' y eso da mucho ánimo".

La casa, en la planta baja tenía un pequeño bar, en el que daban comida a los peregrinos y atendían a los vecinos que acudían, mientras en la parte posterior había una amplia zona ajardinada, con terraza y frutales. "No sé cómo voy a recuperarla, pero quiero hacerlo y también lo quieren los vecinos. Tenemos un techo y el piso lleno de ropa y comida y ahora necesitamos cemento, madera, ladrillos, tejas y la ayuda de la gente. Un vecino me dijo que era buena señal que el cartel del albergue turístico siga indemne en la fachada y yo quiero que sea el símbolo de que el albergue volverá a abrir un día sus puertas", concluye Tomás.

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