GUARDADO EN LA MEMORIA

Aprendí que la memoria no borra, esconde.
Aprendí que el tiempo no cierra, pero ayuda a sanar. Aprendí a no ser vulnerable cuando dejaste de llamar. Aprendí a escuchar cuando oí tu silencio. Aprendí a pedir perdón cuando me di cuenta del error. Aprendí a levantar la cabeza cuando sentí odio y lo aparqué, y aprendí a llorar cuando me di cuenta de que no valió la pena. Aprendí a reír cuando soñé con tu sonrisa. Aprendí a recordar cuando entendí que todo vale la pena. Aprendí que no termina, que cambia de forma. Aprendí que se puede amar eternamente y aprendí que si compito contra el tiempo, siempre pierdo. Aprendí que nada es tan malo y que me gusta caminar en una carrera. Aprendí que hay que rodear y llegar al otro lado para darse cuenta de que siempre es lo mismo. Aprendí que los amores eternos pueden terminar en una noche, que grandes conocidos pueden volverse grandes desconocidos. Aprendí que el amor no tiene la fuerza que imaginé. Aprendí que nunca conocemos a una persona de verdad, que todavía no inventaron nada mejor que el abrazo de la amistad. Aprendí que el nunca más, nunca se cumple y que el para siempre, siempre termina. Aprendí que el que quiere puede y lo consigue. Aprendí que a veces el que arriesga no pierde nada y que perdiendo también se gana.

Aprendí que nada se olvida, solo cambia de lugar en la memoria...

Una memoria para algunos cada día más débil, frágil y difícil de alimentar en este mundo consumista y de sueños en que vivimos, pero de momento soñar es gratis, aún no tiene I.V.A.

Dicen que lo que se aprende no se olvida y yo digo que sí, sé por experiencia que es así, pero lo poco que nos queda es luchar, una lucha dura para quienes estamos ahí, todos los días, pero más que necesaria... Nunca sabemos cuando nos tocará a nosotros ni como conseguiremos llevarlo.

Viva la vida y viva la memoria porque una vida sin ella, poco tiene de vida.

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