CRÓNICA

48 horas de incertidumbre

A BOLA. 25/09/2018 Podentes. Residencia de Ancianos de la localidad. Reportaje acerca de desaalojo par parte del Concello por desperfecrtos y deficiencias en las instalaciones Foto: Miguel Angel
photo_camera La Guardia Civil volvió a personarse ayer en las instalaciones, ante la previsión de algún incidente.

Las dos partes implicadas en el conflicto conviven desde hace dos días en el centro negándose a abandonarlo y amparándose en sus derechos judiciales mientras tratan de que la situación perjudique lo menos posible a los usuarios de la residencia.

La situación es delicada para cualquiera de las partes implicadas porque delicada es también la parte que queda en medio de ellas. No es fácil describir la sensación que produce contemplar una situación tan extrema para un problema que viene gestándose desde hace más de dos años. En ese tiempo, los juzgados han sido el lugar de reunión más frecuentado por los implicados. Pero ahora, cuando la situación ha llegado a un punto de no retorno, el espectáculo se ha trasladado a la residencia y ninguna de las partes quiere que el público lo conformen los usuarios del centro. Esos más de dos años de pleito han llevado ahora a dos días de tensión entre trabajadores de un lado y trabajadores del otro. 

La puerta de la residencia de mayores se abre y cierra varias veces a lo largo del día. Algunos de quienes entran son familiares de los internos. Acuden a visitarlos pero no quieren formar parte del conflicto. Se confiesan ajenos a cualquiera de los bandos y tan sólo desean el bienestar de sus mayores. Desde la empresa explican que algunos se han puesto en contacto con ellos para denunciar al Concello mientras que desde el gobierno local aseguran estar esforzándose por poner en su conocimiento el presente y futuro de la situación. De hecho, así lo intenta la trabajadora social, dentro de la residencia desde que todo esto comenzó, con cada persona que encuentra aunque muchos no quieran escucharla. 

Otras de las veces que la puerta se abre y cierra es para que entren los trabajadores. No es fácil distinguir a qué bando pertenecen cuando se pronuncian diciendo que lo esencial es el bienestar de los mayores. En eso, todas y cada una de las personas implicadas están de acuerdo, aunque cada uno considere que lo que el otro hace es perjudicial. Imprescindible es también para todos mantener la calma ante los usuarios. Pero resulta inevitable que, por delicado que sea su estado de salud, no detecten que algo está pasando, máxime cuando la Guardia Civil cruza a cada rato para confirmar que todo continúa como debería y que el asunto no ha llegado a más.

El desenlace de esta historia debería ser cuestión de horas; pero, sobre todo, debería no elevar demasiado el tono por el bien de quienes contemplan el espectáculo desde primera fila. Afortunadamente, eso es algo en lo que coinciden también las dos partes. Mientras, ambas partes han decidido convivir allí dentro y se niegan a abandonar el edificio. Unos, amparados por una sentencia judicial y por la responsabilidad moral sobre los usuarios, los otros. 

Ayer, a diferencia del lunes, ya no se mantuvo una patrulla haciendo guardia en la puerta, lo que para algunos supuso cierto alivio de la tensión. Y algo que agradecieron también los vecinos, poco ávidos de cotilleo, por cierto. Es habitual que en este tipo de situaciones casi sean más los curiosos que los implicados. Pero no en A Bola. De vez en cuando salen a la ventana los más cercanos, pero, en general, en los bares del pueblo cuentan que, para ellos, se trata de un problema sobre el que no quieren opinar.

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