El acondicionamiento del espacio para los más pequeños supuso una inversión de 140.000 euros
A última hora de la tarde, media docena de operarios apuraban ayer los trabajos en el parque infantil de Celanova. Todo tiene que estar a punto para la reapertura del recinto, prevista para mañana viernes a las 19.00 horas. Entre la población más menuda hay cierta expectación. Un colorido tobogán de dos pisos coronado por dos palmeras promete desde hace días descensos de vértigo sin pasar por taquilla. El gasto ha recaído en las arcas municipales. Financiado con fondos propios, señala el alcalde, merced a un acuerdo sellado en la pasada legislatura (cuando el gobierno quedó en minoría) y que fue producto del consenso.
Una necesidad imperiosa, insisten desde el Concello, porque de equipamientos para mayores Celanova “anda bien”, pero para los niños a la villa le faltaban cosas, un campo de hierba artificial y ahora el parque infantil. Algo más de 140.000 euros, en un concurso que ganó una empresa, radicada en Melide, que prometió remodelar el parque (en realidad, hacer uno nuevo en el lugar del viejo) en 21 días. Fallará por uno. Por culpa de los días de lluvia, apuntan en el Concello. Entre hoy y mañana deben quedar desplegados los rollos de tepex y colocados los aparatos de ejercicio biosaludable, que también habrá recreo para los mayores.
Además del tobogán, ya se han instalado una tirolina de unos 25 metros, un spider -uno de esos elementos para trepar entre cuerdas-, un balancín para columpiarse en grupos, mesas con tableros de ajedrez y de parchís. El nuevo parque ha eliminado los desniveles del anterior, dispondrá de cierre y una fuente. Se ampliará con dos áreas de biosaludables. La decisión sobre dónde ubicarlas retrasó el consentimiento de Patrimonio: el parque está en la espalda de un monasterio que muchos niños empezarán a descubrir desde lo alto del tobogán.
