ENTREVISTA

Laureano Silva: “En mi parroquia hay una casa vacía más cada año y eso me alarma mucho"

Entrevista a Laureano ,emigrante alemania de  Celanova
18-7-17
photo_camera Laureano Silva regresa cada verano a Terra de Celanova.

Solo, sin saber el idioma ni cuando podría volver. Así salió Laureano Silva Montero de su Vilameá (Ramirás) natal en 1971.

El destino de este ourensano fue Alemania. Un país que le acogió con los brazos abiertos, donde ha formado una familia y del que habla con orgullo y sentimiento de pertenencia, sin renunciar a sus raíces en Terras de Celanova.

¿Por qué escogió Alemania?

Yo no escogí, a mí me vinieron a buscar a casa. En mi familia, tres hermanas ya habían emigrado a Venezuela, pero para cuando yo me fui, ya no había esa oportunidad. Así que miré hacia Europa. Uno podía anotarse donde quería ir: Alemania, Suíza, Holanda… Y así lo hice. Entonces, los alemanes hasta mandaban a sus médicos a España para que nos hicieran revisiones. Querían gente sin problemas de salud. 

¿Qué recuerda de aquellos tiempos?

No sabía ni el idioma, ni donde quedaba Alemania. Antes, el mundo era mucho más grande que hoy en día. Me fui con un contrato para nueve meses y llevo ya más de 40. Estuve trabajando en la Opel y después me trasladé a Frankfurt, cambiando el sector metalúrgico por el de muebles y carpintería. Trabajé en dos empresas 23 y 11 años, hasta que me jubilé. Una anécdota de aquellos años primeros años es que, venía de vacaciones más descansado que cuando me iba. Pero cuando volvía a Alemania, lo que les llamaba la atención era mi moreno de playa, al menos es lo que ellos pensaban. Lo que no sabían era que estaba quemado de realizar los trabajos del campo… ¡pero eso no se lo decía!

¿Fue difícil el asentarse en el país?

Yo le doy tiempo al tiempo. Nos fuimos integrando, digo nos porque primero me fui yo, pero al casarme también emigró mi mujer, Rosa Pérez. Juntos formamos una familia allí y tenemos una hija. Para los alemanes, la puntualidad y la responsabilidad son sagrado, cumpliendo eso...

¿Cómo son los alemanes en el día a día?

Lo único difícil que hay en Alemania es el idioma. Lo que te pertenece, no tienes que luchar por ello, te lo dan. Yo vengo todos los años porque le quiero mucho a esto. Aquí se vive, para vivir este país es maravilloso, lo tiene todo. Pero si profundizamos un poco más, me hierve algo la sangre con algunas cosas como la mentalidad o la justicia, tenemos unas leyes al mismo nivel que Europa y, sin embargo, no las usamos. No lo entiendo. 

¿Qué es lo que más le choca?

Veo que esto se está muriendo a una velocidad demasiado rápida. Y yo hablo del verano, que tiene un ritmo distinto. Pero en mi parroquia veo que cada año hay una casa vacía más, las pistas están hechas un desastre. Me alarma mucho lo que encuentro aquí. Celanova es algo distinto, al menos estos meses de verano, porque el año pasado me quedé hasta finales de octubre, y cambia el asunto. Hay otro humor, en la calle no se mueve nada, es una tristeza. Eso, me anima a marcharme porque allí el invierno es otra cosa, tiene más ritmo que aquí.

¿Qué es lo que más le gusta hacer aquí?

Salir por aquí y por allí, voy al pueblo, donde todavía tengo mucha familia, que me llena la casa de tomates, pimientos y patatas de la huerta. Tenemos un grupo de conocidos que jugamos a las cartas. Aburrir lo que se dice aburrir, no me aburro. 

Te puede interesar