Al caer la noche, y con paraguas en mano, la plaza Maior se animó con el variado repertorio de la charanga BCB y la orquesta Nevada.
La villa de San Rosendo albergó ayer una pasada por agua fiesta de los huevos cocidos, una celebración que tiene su origen en la parroquia celanovesa de A Gandarela, devota de San Marcos. "A pesar da climatoloxía, con choiva todolos anos, penso que a festa estase a consolidar no calendario local", reconocía Carlos Vázquez, portavoz de la comisión que por tercer año consecutivo se encarga de organizar este evento lúdico-gastronómico, así como las fiestas de verano.
La hostelería local, que en los últimos meses se está convirtiendo en un referente en cuanto a la elaboración y degustación de tapas se refiere, albergó durante la jornada un festín poco apropiado para aquellos que padecen de colesterol, con una amplia variedad de pinchos de huevo de gallina, avestruz, codorniz, faisán y hasta de oca. Un desfile de sabores para el paladar y también para la vista, con elaboradas presentaciones que mezclaban productos del mar y de la huerta.
Al caer la noche, y con paraguas en mano, la plaza Maior se animó con el variado repertorio de la charanga BCB y la orquesta Nevada. Una verbena que duró hasta bien entrada la madrugada y que contó con la aportación del también celanovés Pablo González con su animada master class de zumba, el baile de moda en Terras de Celanova y Baixa Limia.
