Expertos en arte y música centraron su atención en los recursos más desconocidos del monasterio
El Monasterio de San Rosendo visto desde su perspectiva artística, cultural, musical o religiosa centraron ayer el curso "Patrimonio religioso como recurso turístico: el ex monasterio benedictino de Celanova", organizado desde la Uned por el profesor-tutor de Historia del Arte Javier Limia Gardón. Alumnos del centro ourensano, guías turísticos, técnicos y vecinos en general acudieron a la convocatoria que contó con tres ponentes de prestigio y permitió poner todo el foco de atención en el Monasterio que, a lo largo de su historia ha marcado la actividad urbanística, comercial y social de la villa y que, tal y como apuntó Limia Gardón, puede seguir haciéndolo con una "apuesta por el turismo, porque da dinero".
Miguel Ángel González, delegado de Patrimonio, fue el encargado de inaugurar el curso poniendo el acento en los valores artísticos y arquitectónicos del cenobio, "como fue su nacimiento, recreación y también como se fue deshaciendo", matizó González en referencia a "como se cargaron la iglesia románica original en el siglo XVII" y destacó "las placas del alabastro del retablo mayor, las arquetas de las reliquias, obras de orfebrería extraordinarias o las pinturas de Gregorio Ferro.
A Limia Gardón le correspondió la doble intervención sobre la capilla de San Miguel destacando no su valor patrimonial, sino su ubicación "en un espacio, con un flujo jacobeo desde Portugal a Santiago"; así como del patrimonio antiguo y el nuevo, que hoy conviven en la torre "das Campás" tras la reconversión del Concello para albergar la muestra de San Rosendo obra de José Antonio Ocaña.
Del apartado musical se encargó Manuel Rey Olleros, doctor en Historia del Arte y de la Música. "Aquí hay una gran riqueza musical que, además, es de un alto nivel técnico", apuntó Rey, que destacó la extensa y valiosa documentación celanovesa, desde los cantorales expuestos en el coro alto, hasta libro polifónico que se conserva en Ourense del que solo hay tres en el mundo o el propio códice Silos 9, originarios ambos del monasterio.
