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Barcelona: 40 años después

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En la noche del 11 de junio de 1976 , mientras una inmensa luna llena coronaba el cielo de Barcelona, sonaron los Rolling Stones

En la noche del 11 de junio de 1976, mientras una inmensa luna llena coronaba el cielo de Barcelona, que iluminaba la Plaza de Toros Monumental tanto o más que el equipo de luces que los Rolling Stones habían instalado para ofrecer su primer concierto en territorio español, tenía lugar algo que para la inmensa mayoría de las personas que lo vivieron, fue mucho más que un concierto de rock. Fue, en gran medida, la verdadera llegada de la libertad, de la democracia, reflejada en la actuación de un grupo de rock cuyas portadas de discos -Sticky Fingers-  y canciones -“Sister Morphine”- habían sido censuradas por las autoridades de aquel régimen que vivía ya definitivamente su ocaso y a los que siempre se había tenido miedo por cuanto se les consideraba poco menos que corruptores de la juventud española. Y que pese a todas las presiones en contra, dieron un show inolvidable para los privilegiados que esa noche pudieron verles en directo. Celebrando la música, y sobre todo, celebrando la libertad que ya estaba llamando a la puerta.

 Aquella calurosa tarde-noche de junio del 76, mientras la policía armada cargaba a caballo contra quienes hacían cola para entrar a la plaza de toros y disparaba botes de humo y gases lacrimógenos dentro del interior del recinto, sin embargo los Rolling Stones hicieron pese a la tensión ambiental existente un concierto espectacular, que fue considerado por el propio grupo como uno de los mejores de aquella gira europea y que les hizo enamorarse de Barcelona. Tanto que hoy su guitarrista Ronnie Wood pasa largas temporadas en la Ciudad Condal y no es extraño verle en la grada del Camp Nou animando al FC Barcelona en partidos de la Liga de Campeones. 

Este próximo 27 de septiembre, los Rolling Stones volverán a Barcelona. Habrán pasado 40 años, o para ser más exactos, 41 años de su primera visita a esta singular ciudad. No deja de llamarme la atención que al igual que cuando en 1976 hubo varios periodistas que se mostraron enormemente críticos con el grupo y aseguraron que los Stones estaban en decadencia y que después de esa gira se iban a separar, -vaya ojo clínico que tenían algunos ¿eh?- ahora vuelven a resultar sumamente curiosas y en gran medida, muy significativas las reacciones de la prensa musical, y/o de esa amalgama de bustos parlantes a los que se suele agrupar en la difusa y resbaladiza categoría de “creadores de opinión”. 

 Por supuesto, haciendo salvedad de las honrosas excepciones que no entran en los lugares comunes ya establecidos y que aprecian lo que significa un fenómeno como los Rolling Stones no solo en la historia de la música, sino en el presente, existe una notable cantidad de opiniones extremadamente críticas sobre los Stones, que recurren para justificar sus envenenados dardos a un argumentario que en ocasiones sorprende por lo fácilmente desmontable que resulta si se analiza con mínimo de objetividad qué papel juegan los Rolling Stones en el mundo de la música.

Quizá bastase con referirse al hecho de que a día de hoy se sabe que el grupo ya se encuentra trabajando en la grabación de un nuevo disco de estudio que probablemente se edite coincidiendo con esta gira europea de otoño y que en el pasado mes de diciembre la edición de su particular homenaje a la música que les dio su razón de ser, el blues, a través de ese gran disco llamado "Blue And Lonesome" logró algo que no sucedía desde hacía décadas: el aplauso general a esta inspiradísima revisión de clásicos imperecederos del blues y unas críticas, hasta en la propia Inglaterra, donde la prensa siempre se ha caracterizado por su dureza a la hora de tratar al grupo, unánimemente elogiosas. 

Tal vez debería tenerse en cuenta el hecho de que habiendo superado ya todos sus miembros la edad de 70 años, su forma física y su capacidad para ofrecer un gran espectáculo sigue siendo excelente, y que de una u otra forma, siguen siendo los que ponen el listón a todos los demás, llámense U2, AC/DC, Bruce Springsteen, Aerosmith o Guns N’Roses. Y quizá lo más relevante, el hecho de que esos cinco millonarios ingleses cínicos y rockeros, aún con todas las contradicciones que se les puedan señalar –que las tienen- , conservan lo básico, lo fundamental, lo que distingue a una genuina banda de rock de un montaje o una estrategia de marketing: saber transmitir emociones, comunicar sentimientos, hacer poner el vello de punta con algo tan simple pero tan indefinible como una canción. Si alguno de ustedes tiene curiosidad por experimentar esa sensación al margen de los corta y pega de determinada prensa, simplemente que escuche a Keith Richards cantando casi a capella en cada concierto “You Got The Silver” o a Mick Jagger atacando con la armónica la introducción de un clásico de la historia del rock como “Midnight Rambler”. 
 
Distinto contexto
En septiembre, Barcelona vivirá un escenario político, social, cultural, muy distinto al de 1976. Inevitablemente, algunos colegas de la prensa con un claro pero mal asimilado complejo de Peter Pan volverán con la matraca de que son viejos, que siempre hacen lo mismo -It's only rock'n'roll, but I like it- y demás cantinelas ya habituales y aburridas. Pero igual que en 1976, una banda de rock se subirá al escenario y desde el momento en el que suene el primer guitarrazo con el riff de “Jumpin’ Jack Flash”, si sigue siendo esta la canción elegida para iniciar los shows, ahí ya no habrá ni trampa ni cartón. Ahí tendremos, durante dos horas, única y exclusivamente, rock, rock desde el corazón, desde las tripas, a cargo de una banda que sigue siendo, con sus luces y sus sombras por supuesto, el espíritu vivo del rock. Tienen ustedes dos opciones; comprobarlo por sí mismos y vivir esa experiencia o dejarse llevar por prejuicios prefabricados o tópicos manoseados. Yo, sinceramente y aun a riesgo de equivocarme, aconsejo la primera opción.

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