EDUCACIÓN

"Las escuelas que cambian el mundo", una propuesta para ser feliz mientras se aprende en el aula

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photo_camera César Bona. (FOTO: Javier Cebollada)

César Bona, candidato al premio de la enseñanza "Global Teacher Prize" publica este libro en el que indaga en nuevas formas de educar.

"Las Escuelas que Cambian el Mundo" es el segundo libro del profesor César Bona, candidato al "Nobel" de la enseñanza (Global Teacher Prize), con el que trata de demostrar que los colegios se pueden cambiar para educar gente transformadora y en los que el alumnado es feliz al tiempo que también aprende.

Y lo ha descubierto a través de un viaje que ha realizado para conocer el funcionamiento de siete centros educativos innovadores, alguno con 40 años de experiencia, que aunque imparten métodos completamente diferentes tienen en común su deseo por compartir su experiencia y el conocimiento entre los estudiantes y la sociedad, que cultivan la sensibilidad y que dan participación a toda la comunidad educativa.

Se trata del Amara Berri de San Sebastián, La Biznaga de Málaga, el instituto Sils de Girona, el centro jesuita Padre Piquer de Madrid, la escuela de Alpartir (Zaragoza), la Sadako de Barcelona y la gallega O Pelouro.

"Lo que yo soñaba existe desde hace muchos años y este viaje me ha permitido conocerlo", ha dicho Bona en una entrevista a Efe.

La experiencia se ha traducido en esta segunda obra que publica el profesor que fue candidato al título de Mejor Maestro del Mundo (Global Teacher Prize).

No se trata de un libro técnico y por eso, además de hablar con el profesorado, también lo hace con el alumnado, los padres y los conserjes, para poder transmitir ya no solo el método de enseñanza, sino la visión de cada uno de los miembros de esta comunidad.

Y lo que transmite es felicidad. "Parece que el único fin es crear seres empleables, se nos olvida cuál es la esencia de la educación: que los niños vayan felices a la escuela", advierte.

El problema es que "hay gente que confunde la felicidad con la dejadez o la falta de exigencia o la ausencia de unos resultados y eso es un error".

En este sentido, advierte de que alguien que no es feliz en su trabajo puede cambiar a otro pero un niño tiene que permanecer en el sistema hasta que es adolescente y por eso es "fundamental hacer que tengan ganas de venir", y estos centros lo consiguen porque lo que cuenta son las necesidades y opiniones del alumnado.

"Todo lo que se enseña tiene un para qué" y en el caso del colegio Amara Berri, explica, se usan los medios de comunicación para transmitir lo que están haciendo, compartir y enseñar a otros niños y a los adultos.

"El qué, el cómo y el para qué de la educación. Qué enseñas, cómo lo enseñas y para qué lo enseñas no pueden ir separados y tampoco el factor humano y el conocimiento", ha destacado este profesor licenciado en Filología Inglesa, quien asegura que su sistema de enseñanza es el sentido común.

Sin embargo, lamenta que la enseñanza actual todavía se centra en la educación de seres individuales cuando "la escuela es una parte de la vida" y las personas "somos seres sociales".

Para Bona, todos los docentes deberían tener la oportunidad de viajar y conocer otras escuelas como estas a las que los progenitores llevan sus hijos porque "consideran que lo más importante" es su educación y su felicidad.

También cree que las administraciones deberían promover este tipo de prácticas, no solo mirando a Finlandia, sino valorando lo que se está haciendo en España, cosas "absolutamente extraordinarias que funcionan desde hace años con resultados contrastados" y para ello, al igual que hace el profesorado, "también deberían formarse" y saber que hay que poner en el centro al niño y no al currículo.

Pero también se necesitan líderes para impulsar este tipo de centros, una tarea que, no obstante, "requiere estar seguro de lo que se quiere y hacerlo todos juntos, aunque sea a pequeños pasos. Una mezcla de reflexión y de decisión".

A la vez, piensa que los maestros deben ser conscientes de que deben aprender de todos, para lo que "la humildad es fundamental" y también la curiosidad, que es, apunta, "lo que se va a contagiar a los niños".

A los padres les recuerda que "el tiempo vuela" y que la infancia tienen que disfrutarla tanto ellos como los hijos, y la preocupación y el estrés por las notas lleva a que los niños no la vivan.

Por último, hace hincapié en las dinámicas de grupo y el trabajo cooperativo que hacen en estos centros, métodos que según su opinión son adecuados para prevenir el acoso escolar, porque sirve para que los compañeros se conozcan y por eso cree que es "más importante una hora de tutoría que una hora de lengua". 

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