ENTREVISTA

Agustín Rodríguez: "Miguel Ángel destacaba porque conocía el fútbol"

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photo_camera Emilio Gómez, Lobo Carrasco, Agustín Rodríguez y Luis Soria, durante la gala Ourensanía.

Miguel Ángel y Agustín Rodríguez, ambos porteros madridistas, tienen un vinculo especial, forjado en las sesiones de entrenamiento, las concentraciones y los consejos.

Porteros, gallegos y madridistas. Estaban condenados a mantener la amistad a lo largo de las décadas. Miguel Ángel y Agustín Rodríguez tienen un vinculo especial, forjado en las sesiones de entrenamiento, las concentraciones y los consejos. Los dos no podían ser totalmente felices. Si jugaba uno, no lo hacía el otro. La ley de la portería. Aún así, Agustín, más joven, habla con admiración del meta ourensano. Por eso no podía perderse la gala del Premio Ourensanía 2017.

Un portero joven llega a un vestuario lleno de estrellas en su puesto. 

Con 16 ó 17 años tuve algún entrenamiento con el primer equipo. Y te lo puedes imaginar. Eso era como un sueño. Estar con Miguel Ángel, García Remón y entrenar en el Bernabéu. Era un deseo que tocabas con los dedos, pero después sabía que tenía que jugar con el juvenil en campos de tierra. Era así. Fue en la temporada 80-81 cuando entro en el primer equipo definitivamente y empiezo a tratar con la plantilla de forma habitual.

Y empieza a tener más trato con Miguel Ángel. Los dos porteros y gallegos. ¿Cómo fue su relación?

Con Miguel Ángel me unió una muy buena amistad desde el comienzo de m carrera. Cuando entras en el vestuario percibes quién te da consejos. Era una persona trabajadora en la que tenías que fijarte mucho. Sobre todo para aprender cómo sentirte en el Madrid incluso cuando no estabas a gusto porque no jugabas. 

¿Cúal era el secreto?

Tener la conciencia tranquila. Y la forma era entrenando a muerte en cada sesión y cuidándote. Te enseñan esos valores fundamentales en el club, más allá de lo que pasa en el terreno de juego. Y era uno de los valores que él trataba de inculcarme. Luego el fútbol tiene días en los que estás mejor o peor. Y más en el caso de un portero, que todo se nota más. Pero recuerdo eso muy bien.

No dejaba de ser su competencia directa. La portería no admitía muchas rotaciones. Y menos en el Real Madrid.

Pero aprendías que el trabajo semanal y la concienciación de que lo que hacías tenía que ser por el bien del equipo. Yo entré en el Madrid con la idea de ir sustituyendo a los que estaban. Pero  me fijaba en el trabajo de Miguel Ángel con 33 ó 34 años. Madre mía. Y el resto decíamos que si él trabajaba tanto, nosotros teníamos que hacerlo aún más.

Con tantos entrenamientos juntos, usted es de las personas que mejor conoce a Miguel Ángel en su faceta deportiva. ¿Cuál era su mejor virtud?

Su característica principal era que tenía siempre la máxima concentración. Algo muy difícil de lograr. Y después la reacción ante una acción. Sabía anticiparse muy bien a la jugada. Eso se consigue cuando uno vive el fútbol y tiene conocimientos de este deporte. Hay otros porteros, actuales y exitosos también, que paran mucho pero no saben de fútbol. Son solamente "paradores". Él era diferente.

Tampoco hay que olvidar las horas fuera del campo. ¿Cómo era Miguel Ángel lejos del terreno de juego?

Personalmente, Miguel Ángel intentaba mantener siempre el equilibrio. No es sencillo porque son muchas cosas las que te afectan en esa etapa: la juventud, el dinero, la fama... Y él conseguía transmitir ese equilibrio en todos los aspectos de la vida. Era su máxima.

No quiso perderse la gala del Premio Ourensanía 2017 y estar cerca de un amigo en un momento importante.

Exactamente. Me llamó el presidente de la Diputación, Manuel Baltar, y vine en avión en seguida. El desarrollo del acto me encantó. El trabajo de preparación que tuvo fue tremendo. Consiguieron juntar a muchos jugadores de la época como Butragueño, Señor o Carrasco, y vídeos de otros compañeros, como de Stielike desde China. La gala me emocionó. Fue un reencuentro emotivo, especialmente para Miguel Ángel.

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