A excepción de las categorías de Segunda y Tercera Galicia, los campos de fútbol ourensanos ya sienten con alegría una nueva temporada
Los años pasan, pero también pesan. Los "abuelos" poblan las gradas de los campos ourensanos, a medida que llega septiembre. Se pasan agosto protestando sobre el calor que hace y anhelan arrancar la hoja del calendario de julio y agosto para que aparezca el noveno mes. Y con él, una sonrisa. Porque los nietos son la excusa perfecta para vestirse la mejor camisa, los pantalones impolutos y tomarse una cerveza como síntoma de precelebración.
No existe abuelo que reniegue de ir a ver a su nieto al fútbol. Es un honor para el "viejo" y un orgullo para el "nuevo". Porque con el pretexto materno de "hoy va a ir el abuelo a verte", no existe cansancio y el gol aparece aunque juegues de lateral derecho. Una motivación que nace y se difumina a menudo que se van consumiendo los minutos. No te llegan balones, tampoco ocasiones. Los abuelos descansan, ven, critican y se marchan mascullando entre dientes hasta el siguiente partido.
Rebeldes y enérgicos, los aficionados más pequeños no se sientan porque es símbolo de debilidad. Corren por la grada esperando al descanso para poder chutar a portería "como los mayores". Se retiran cuando salen los jugadores y vuelven a aparecer en el final del partido. Unos sentados, otros sin parar de correr. Los abuelos se llevan sus sillas, los pequeños sus balones. Los mayores cogen el paraguas "por si acaso", los pequeños sufren los resfriados. Dos miradas diferentes del pasado y el futuro en las gradas ourensanas.
