El ourensano Felipe Senén, amigo de la niñez del presidente, fue el primero en hablar gallego por la megafonía de Riazor en el partido del "Prestige"
Se trataba de recordar el partido que el Deportivo disputó en Riazor contra una selección de la Costa da Morte el 17 de diciembre de 2002 para contribuir con la taquilla a amortiguar la situación de los damnificados por la catástrofe ecológica provocada por el buque petrolero 'Prestige'. Pero cuando el interlocutor es el arqueólogo ourensano Felipe Senén, la conversación se carga de referencias históricas, literarias, artísticas, políticas y vitales.
También se preguntarán qué pinta un hombre de indiscutible cultura enciclopédica, pero escasos conocimientos futbolísticos en un reportaje en las páginas de la sección de Deportes. Viene al caso porque el manifiesto que leyó antes de que comenzase el encuentro está considerado la primera ocasión en la que por la megafonía de Riazor se escuchó a alguien hablar en gallego. "Creo que é así como dis. Eu non podía falar noutra lingua nun momento tan terrible porque son do Carballiño e tiven no Instituto de Ourense un mestre como Xesús Ferro Couselo. Ademáis, Augusto César Lendoiro tiña sensibilidade co galego, só que non galeguizou o topónimo no nome do club por non meterse na lea de cambiar os estatutos", afirma Felipe Senén.
Juan Vázquez y Alejandro Piñeiro, representantes de la Asociación de Clubes da Costa da Morte, sondearon a Lendoiro, presidente por aquel entonces del Deportivo y natural de Corcubión, sobre la posibilidad de celebrar un partido para recaudar fondos. Lendoiro no sólo fue receptivo, sino que fijó fecha y hora para el encuentro, a pesar de que en el PP, formación por la que había presidido la Diputación de A Coruña desde 1995 a 1999, no sentase bien la iniciativa, como demuestra que sólo asistiese un cargo político al palco de Riazor, el secretario xeral para o Deporte, Eduardo Lamas.
Y pensó en Felipe Senén, reputado director del Museo Arqueolóxico de A Coruña y al que había fichado como técnico de gestión cultural de la institución provincial, para que escribiese y leyese el manifiesto en una tarde de una simbología especial. El combinado de la zona afectada lució en el frontal de sus camisetas de juego el lema "Nunca Máis" y el Dépor "Viva a Costa da Morte" en las de calentamiento. Fue una de las contadas ocasiones en la que los atronadores gritos de "dimisión" en un estadio con 18.000 espectadores no estaban dirigidos ni al entrenador ni al presidente del equipo.
"Lendoiro era un tipo que estaba a vangarda, por iso o chimparon do PP, claro está. Chamoume a min, que non estou para nada coas políticas do PP, aínda que durmín con Marianito Rajoy..." El silencio del entrevistador alerta al protagonista de la historia de que su comentario necesita aclaración. "Quero dicir de pequeno, cando tiña entre tres e oito anos. O seu pai, don Mariano Rajoy, foi xuiz en O Carballiño e vivían debaixo de nós, no edificio coñecido como Casa Cortés. Xogábamos e eu ensináballe cousas curiosas doutras partes do mundo. Parece un esperpento pero é verdade". El destino quiso que uno fuese el vicepresidente al que José María Aznar encargó apaciguar el descontento por las erráticas decisiones de los primeros días que provocaron una costra de chapapote en la costa gallega y el otro denunciase el descontrol por la megafonía de Riazor.
"A min tocoume ler o manifesto polo tema de "Nunca Máis". Lendoiro quería facer unha chamada de atención pola descoordinación ante un feito terrible e así o fixen. Recordo que falei uns dez minutos entre moitos asubíos que non ían dirixidos a min. Aquelo foi terrible. Ata houbo un santo que debería estar glorificado entre os santos inocentes, porque foi o día no que morreu Man, o alemán de Camelle, o último hippy ecoloxista".
Ganó el Dépor (4-0), pero lo importante fue que se recaudaron 87.000 euros, Tristán donó los 21.000 que le habían dado por el Pichichi más un Peugeot 307 y Galicia se conjuró para que "Nunca Máis" se repita otro 'Prestige'.
