Las decisiones de la Secretaría Xeral, los concellos y las federaciones crearon confusión en los equipos
El mismo temporal no afecta a todos por igual en el mundo del deporte. La secretaría xeral de la Xunta decretó el viernes la suspensión de toda actividad deportiva al aire libre la tarde del sábado en las provincias de A Coruña y Pontevedra, debido a la borrasca Félix. Hasta aquí, todo normal, pues las instituciones están para hacer y disponer, pues salvaguardar la integridad de la ciudadanía debe priorizarse a cualquier competición deportiva.
Pero a tiempo revuelto, entran en escena dos figurantes más, las federaciones, que son las encargadas del desarrollo de las respectivas competiciones oficiales, y los concellos, los dueños de la práctica mayoría de las instalaciones en las que se desarrollan dichos eventos. Mal por las primeras, porque tan peligroso o más es desplazarse por carretera con una tormenta de esta envergadura aunque sea para jugar en una localidad en la que no hay alerta roja, y exceso de prudencia así como desinformación hacia los abonados los segundos, porque al final los perjudicados siempre son los mismos, los equipos y los clubes, que por cierto pagan religiosamente el uso de dichos recintos. No estaría mal que todos fueran a una en la protección del deportista.
