CARRERA POPULAR

Julio Fernández: "Lo importante no es encender la hoguera, es echarle leña"

San Martiño Julio Fernández
photo_camera Mario Guede (concejal de Deportes), Julio Fernández (fundador de la San Martiño) y Marta Míguez (secretaria xeral para o Deporte).

El impulsador y fundador de la la San Martiño en 1977 explica cómo recogían los datos o cómo pintaban el recorrido

Nada tiene que ver la actual edición de la carrera popular por excelencia de Ourense con la que fundó Julio Fernández en 1977. "La razón por la que empezamos con la carrera es para darle un impulso y una visión del atletismo que estaba oculto en aquellos años. Empezamos organizando un cross porque la Federación de Atletismo no aceptaba la carrera. Años después, la Federación cambio de hoja de ruta y se aceptó a hacer la carrera por la ciudad". 

Todos aquellos que salieran desde la Plaza Mayor recuerdan que la prueba era más dura. Además no había sistemas automatizados para saber las marcas, ni el dispositivo de seguridad era eficiente al completo.

"Era todo manual las primeras ediciones, pero las siguientes preparamos un programa en un Toshiba 2000 para saber la marca que habían hecho nada más entrar a meta. Llegamos a repartir los premios nada más llegar todos los corredores", era un avance importante. Además, "en las primeras ediciones, los alumnos del Blanco Amor hacíamos un entrenamiento por la noche para marcar el itinerario. Cogíamos pintura y pintábamos un pie en algunos sitios para indicar el recorrido. Lo hacíamos con una brocha y pintura amarilla. Fue muy sonado porque alguna crónica de la época lo confundió con una campaña de publicidad. Y lo hacíamos de noche, para que no nos viera nadie".

"Las primeras ediciones pintábamos con una brocha y pintura amarilla un pie para indicar el recorrido"

Julio Fernández rememora sus inicios como lanzador donde obtuvo grandes récords en peso, disco y martillo. Su hermano mayor fue un mentor y un impulsor en su afán de dar a conocer el atletismo. Aprendió de José Ruiz López, un marchador de  O Barco, del saltador de pértiga, Alvarado y de José Manuel Martínez Oca. Fue un apasionado de la bicicleta y en organizar actividades para la juventud. 

Como profesor en el Blanco Amor pidió ayuda a sus alumnos para las primeras ediciones y ellos acudieron sin protestar y con amabilidad. "La carrera tenía alumnos en el control y voluntarios que hacían un trabajo increíble. Además, hacían falta porque los dispositivos policiales no eran muy grandes, así que a veces los últimos corredores ya completaban el recorrido con coches o bien con peatones. Los inicios no fueron los más importante. Lo importante no es hacer la hoguera, es echarle leña". Haciendo una radiografía actual de la XLII San Martiño, admite que "me siento muy satisfecho y que siga siendo popular". Toda la familia corrió la San Martiño. Sus ocho hijos y sus catorce nietos. Incluida la mujer que interrumpe para decirle que ella participó en dos ediciones. Todo un orgullo.

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