El ex portero ourensano, hasta la semana pasada portero del Barco, ha decidido dejar el fútbol por el momento, ya que reconoce no sentirse motivado
La pasada semana, concretamente el jueves, viajó de nuevo al Barco, y volvió a pisar el campo de Calabagueiros, para despedirse de sus compañeros en el vestuario y también de la junta directiva. Era el capitán del equipo y quería que ellos fueran los primeros en conocer la decisión que acababa de tomar, una decisión que no fue fácil, pero que maduró a conciencia después de un mes reflexionando sobre su futuro.
Es Marcos Macía, un joven de 30 años que cumplía su cuarta temporada defendiendo la portería del Barco, seguramente el equipo más de moda del fútbol ourensano. Pero que, pese a su corta edad, es un veterano en el fútbol ourensano, con pasado en varios equipos de la zona y con varios ascensos a sus espaldas. Algo que también logró con el Barco hace dos temporadas al ascender a Tercera.
El viernes, el club emitía un comunicado en el que hacía oficial que abandonaba la disciplina del club barquense y en el que lamentaban la perdida de una pieza fundamental en el engranaje del equipo al tiempo que le agradecian profundamente su entrega al club y su cariño a los aficionados que siguen al equipo.
Marcos Macía no es muy dado a entrevistas, pero ha querido salir a zanjar los rumores que se desataron sobre su marcha y al mismo tiempo dar las gracias a todo el mundo que se ha preocupado por su estado los últimos días.
El mismo explica su decisión. "Después de estar un mes sin jugar y reflexionando, he decidido dejarlo, no hay un motivo especial. Simplemente es que el día tiene 24 horas y yo necesitaba 36, no hay nada más".
Saturación a nivel mental
Y deja claro que tampoco fue un solo motivo. "Tengo claro que fue una saturación mental por estar metido en demasiadas historias. Tenía que compaginar el trabajo, con la preparación de unas oposiciones, además del fútbol y otras historias, no me llegaban las horas, me notaba ansioso y no estaba cómodo". Y lo tuvo claro, "Tenía la necesidad de parar, pensar y tomar una decisión y antes de acabar mal decidí levantar el pie" y quiere dejar claro que "no es una cuestión física, fue un tema de estrés mental en el que preferí ser honrado conmigo mismo, porque ya empezaba a estar muy saturado".
Una decisión de la que no se arrepiente ya que afirma estar "convencido que fue la decisión más acertada para todos, porque alargar una situación que no esta bien solo puede acabar peor y estropear unos años muy buenos".
