DOMINGOS DE FÚTBOL

Mil y una vez: ¡gracias afición!

Los aficionados al fútbol provincial son fieles cada domingo a pesar de padecer las bajas temperaturas y pagar entradas desproporcionadas

El fútbol es el opio del pueblo cada domingo, pero a su vez un dolor para su cartera. Las entradas del fútbol provincial ourensano rondan, en la mayoría de los campos, los cinco euros. "É algo insignificante", dicen algunos. Sin embargo, el partido en Balaídos entre el Celta de Vigo y el Standard de Liege de Europa League costaba cinco euros. Las comparaciones son odiosas. Para pensar.

El precio de acceso no es el peor impuesto que pagan los aficionados, si no que muchos de ellos se desplazan decenas de kilómetros para ver jugar al equipo de su pueblo, de su vida o de su hijo. "Quén lle manda vir?", replica alguno. Y es que en el fútbol provincial, los equipos se miran para sus ombligos y para su financiación. Es innegable que las capacidades son limitadas y los recursos escasos, pero el gran damnificado del espectáculo es la afición. Sin duda.

El fútbol, en general, mima al jugador y desangra al aficionado. No es una cuestión monetaria, pero sí de ética deportiva que para ver un partido del fútbol provincial ourensano el desembolso sea el mismo que la entrada en Tercera división y en casos superlativos en competiciones europeas. Los sueldos es para otro capítulo.

Esforzando aficionados

Lejos queda la calidad del producto balompédico. Un fútbol muchas veces arcaico, sin ocasiones, con mucho ímpetu y poca creatividad, que hace que el aficionado se congele en su 'asiento' de piedra, mientras con una manta o un termo entra en calor. Y es que todavía en la resaca de la ola de frío que sacudió también a esta provincia todavía, el mérito es mayor al que ya tiene cada jornada dominical en todas las categorías del fútbol provincial.

Porque ese es otro factor a tener en cuenta, la meteorología. Si llueve, se tapan con un paraguas y si hace frío se abrigan hasta las cejas. Porque la afición no mira el tiempo en el periódico mientras se toma un café, si no que ojea la jornada y analiza el rival con un presentimiento único e repetido: "Hoxe gañamos".

Empieza el partido de turno y se le aplaude. Acaba el acto balompédico y se le da las gracias. Porque en este mundo es de ser agradecido y sin la afición el fútbol no existiría. Mil y una vez: "gracias, afición".

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