DIVISIÓN DE HONOR JUVENIL

El Pabellón, muy castigado

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photo_camera Carlos Villar y Óscar Bravo disputan un balón en la banda ante un futbolista del Alondras.

El equipo ourensano perdió en casa ante el Alondras en un duelo con lesiones, sustos, tensión y muy poca puntería (0-3)

El Pabellón quería que el duelo ante el Alondras fuese la cura de todos sus males. Después de sumar un punto a domicilio, los blanquiverdes buscaban escalar posiciones en la tabla aprovechando su feudo. Pero lejos de solucionar sus problemas, estos se agravaron. Y de qué manera. Las lesiones volvieron a condicionar la convocatoria de los ourensanos y, una vez sobre el césped de Os Remedios, la propia alineación. Un dato: el portero suplente, Xoán, acabó el partido de media punta.

Una vez más, al Pabellón le costó entrar en ritmo. Los minutos iniciales premiaron la mayor intensidad de los visitantes que pudieron adelantarse, pero dos grandes intervenciones de Carral lo evitaron. A partir de ese momento las fuerzas se igualaron. Yago, el máximo realizador ourensano, se convirtió en un quebradero de cabeza para la zaga canguesa. Tuvo dos oportunidades muy claras, pero el balón se fue rozando el palo. Un esférico que se estrelló contra el larguero en un disparo de Carlos Villar. El choque pasó a jugarse de poder a poder, en un intercambio de golpes. El Alondras avisó dos veces por alto. Y a la tercera no perdonó. Falta lateral desde la derecha, y otro gol de cabeza que encajan los locales. Para más inri, en el minuto 44.

Un golpe del que el Pabellón se recuperó al inicio del segundo tiempo. Nada más comenzar, Bravo tuvo el empate en sus botas, pero remató mal. La intensidad y las prisas se mezclaban en el juego blanquiverde. Hasta que llegó el susto. Eli, que llevaba un minuto sobre el campo, quedó conmocionado y tuvo que ser trasladado en ambulancia. A partir de ahí el ambiente se enrareció. No ayudó a tranquilizar a los locales la tangana entre banquillos con carrusel de expulsados incluido. Pero el empate estaba a tiro de un gol. Con más corazón que cabeza, el Pabellón se lanzó a buscarlo, pero faltó claridad al llegar al área rival. Un a Alondras al que su plan le salió a la perfección. Buscaba una contra y la encontró con un penalti que Dieguito transformó a falta de cinco minutos para el final. Fue el golpe definitivo para los ourensanos. Ya no tuvieron capacidad de reacción ante tantas adversidades. De hecho, los de Cangas lo aprovecharon para marcar el 0-3 ante la alegría de sus numerosos, y ruidosos aficionados.

Una tarde aciaga para el Pabellón, que intentará recuperarse física y mentalmente para el partido del domingo ante el Real Avilés en tierras asturianas.

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