Ambiente de gala en el regreso de la carrera a Ourense así como en la llegada de la sexta etapa con multitud de aficionados que desafiaron el calor
Con unas temperaturas más propias del sur de España, las colas de aficionados buscaban el mejor sitio posible cerca de la línea de meta. Los más atrevidos, y no fueron pocos, cubrían los últimos kilómetros de la etapa en bicicleta, minutos antes de que pasara el pelotón. Lo que demuestra una vez más que Ourense es tierra de ciclismo. Ya metidos en Luintra, las complicaciones propias de un lugar de acceso más escarpado, que se notaron más al marcharse que al llegar. Tocó tener paciencia.
Una vez instalados, se agradecían las gorras y abanicos que repartía la caravana de la carrera, con una puesta en escena que es digna de verla. Entre el público, seguido- res de Valverde, confiados en que podía ser el día. También de Contador, aunque lo decían con la boca pequeña mientras esperan que lleguen tiempos mejores. Al otro lado de la verja, las comodidades de los invitados, con una pulsera rosa en su muñeca que les abría la puerta a los aperitivos.
En medio de toda la instalación, una pantalla gigante para seguir las evoluciones antes del tramo fi- nal. Y prepararse. El triunfo de Ya- tes fue aplaudido sí, pero no fue lo mismo que si venciese un español. Después, mientras unos ya se afanaban en desmotar los chiringuitos con rumbo a Maceda, los vencedores en las diferentes categorías se subían al podio a recoger sus premios. Porque mira que hay premios en esta Vuelta. Fotos, cava y saludos para poner el remate a una jornada redonda para la provincia.
