La Copa sigue siendo del Madrid

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photo_camera El Real Madrid celebrando la Undécima.

Ronaldo sentenció en la tanda de penaltis un título en el que nadie puede acabar con el reinado madridista y que una vez más se ensañó con el Atletico 

El deporte engancha por su capacidad para sorprender, encumbrar, hundir, encasillar. Una coctelera de datos que se caen por su propio peso partido a partido hasta que llegan días en los que la costumbre se apodera de cualquier análisis que se quiera hacer. Días en los que gana el de siempre y pierde el de casi siempre. Así de cruel. Bendición eterna para un Real Madrid que ayer sumó su undécima Liga de Campeones tras vencer al Atleti en los penaltis y demostrando que tiene en esta competición un maná inagotable.

Para alzarla pasó de gustarse a sufrir. De la imagen del Madrid dominante al inconsistente y frágil.

El tanteo duró lo que el balón empezó a girar. A los dos minutos el Atlético ya había puesto el balón en el área de Keylor Navas y dos después Koke remató flojo a las manos del portero madridista.

La respuesta fue inmediata. Cabalgada de Gareth Bale que acabó en falta en el vértice del área. El balón se convirtió en un pase de la muerte que Casemiro estrelló contra la pierna izquierda de un Oblak vendido.

Ya estaban las presentaciones hechas. Porque cuando dos equipos se conocen tanto, tampoco hacen falta preámbulos. A los cinco minutos ya habían aparecido los dos porteros, tocado la bola todos los jugadores y creído que el desenlace iba a ser eufórico las dos aficiones.

A los diez minutos, la primera tarjeta. Para Carvajal por llegar tarde y aviso del colegiado a navegantes. Lo dicho, una final de Liga de Campeones sin espacio para los manidos minutos de tanteo. Una final sin paja. Todo bueno, desde el primer instante.

Otra vez Ramos

Tanto que el primer gol llegó antes de cuarto de hora y compartiendo protagonista con el precedente de hace dos años. Si algo seguro podían tener las apuestas colchoneras era su fiabilidad en el área y cerca de ella. El primer aviso de Casemiro sonó raro pero ya no hubo más. En el siguiente, el balón lo prolongó Bale y lo enchufó en la red Sergio Ramos. El defensa marcó en fuera de juego y siendo objeto de penalti de Savic. Clattenburg anuló las infracciones y optó por el error para premiar el acierto madridista.

Otra vez Ramos. Ante el mismo rival y en distinto escenario pero suficiente para dejar en terrenal a un rival idealizado en su mejor faceta pero impotente ante un Real Madrid cómodo, efectivo y brillante. El de las finales de Liga de Campeones o de Copa de Europa. Lo de menos es el nombre. El escudo es el mismo y cuando coincide con la ceremonia de la final se mimetizan a la perfección. Ahí el Real Madrid no admite dudas. Es el mejor. Si llega a la final, la gana.

El gol trajo un respiro. Le dio lógica al partido. El Real Madrid asumió la posesión y el Atlético, la presión. Y los dos contentos. Los de Simeone esperando a los balones parados y confiando en la presión para hacer daño y los de Zidane demostrando que al toque valen pero a la contra intimidan. 

Oblak apareció a la media hora para anular una salida al galope que Benzema no resolvió.

Enfrente, un rival más reconocible. Un Atlético resultón pero con las limitaciones que quizá justifiquen que los mejores años de su historia se estén quedando solo en sobresaliente. Necesita más para hacer lo mismo y su mejoría se quedó en declaración de intenciones. La primera la anulo el juez de línea, la segunda fue un remate sin riesgo de Griezmann y la tercera, también del francés, con más intención pero sin puntería.

Al descanso, a los puntos tablas. Al KO, ganador el Real Madrid. 

Pero para golpe el del inicio de la segunda. Al minuto Torres hizo de Torres y ganó la posición en el área esperando el error de Pepe, que llegó tarde y cometió un penalti sin discusión.

Griezmann repitió error. Esta vez por ajustar demasiado. Estrelló el balón en el larguero y llamó a escena el recetario de pupas colchonero. Parecía desterrado pero no cuando es la final de Champions la que está en juego. A los 50 minutos, 0 a 1 con un gol en fuera de juego y un penalti fallado. Y tres después Godín no midió bien el salto de cabeza, Saúl se quedó corto en el balón caído al área pequeña y Savic remató a la red pero por fuera. 

Dominio del Atlético

El partido para entonces ya no tenía marcha atrás. El Atlético contra su sino. Koke remató sobre la escuadra izquierda de Navas y Saúl Ñíguez puso la sordina a la grada con un centro que conectó con calidad pero demasiado cruzado. Ya con el reloj acelerado para los colchoneros y con inercia ascendente en la velocidad.

El Real Madrid ya sin margen de maniobra. Condenado a atrincherarse y a esperar a que Benzema o Ronaldo se acordasen de que había partido. Mal negocio para cualquier equipo menos para el que ha diseñado los planos de formato. El Madrid se las sabes todas. Porque cuando ha pasado tantas veces no es casualidad. Como si tuviese siempre el as en la manga. El rival lo sabe y vive con esa desigualdad no escrita.

El francés se quedó definitivamente en Madrid. El momento del portugués estaba por llegar y eso que tuvo la sentencia  en un remate que estrelló en el pecho de Oblak.

En la siguiente jugada Carrasco  fusiló un gran centro de Juanfran. Premio a un Atlético irreductible. Castigo a un Real Madrid que superó la línea entre la suficiencia y la inferioridad. Su supremacía duró 20 minutos y de ahí en adelante comenzó un proceso degenerativo lento pero sin descanso. Irreversible. 

Camino de la prórroga. ¿Pupas o Neptunos? ¿Fracaso o Rey de Europa? La 'Orejona' se jugó  mirando a partes iguales a la portería contraria y al reloj. Con las piernas en la reserva y el azar jugando su partido.

Los primeros 15 minutos volaron sin dejar rastro. Inanición ofensiva. A los segundos se los comieron los nervios y el esfuerzo acumulado.

No había más, a los penaltis. Y ahí Oblak pasó de muro a paseante y Navas no hizo más. Ganaba el que no fallase. Juanfran estrelló el suyo en el poste y Ronaldo dejó la foto de la final presumiendo gimnasio. ¿Qué importa que había hecho hasta entonces? Lo importa es ganar. Y ahí nadie es mejor que el Real Madrid.

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