BALONCESTO

Isiah y Magic, un cuento para la Nochebuena

AUBURN HILLS, MI - 1990: Isiah Thomas #11 of the Detroit Pistons kisses Magic Johnson #32 of the Los Angeles Lakers circa 1990 at the Palace of Auburn Hills in Auburn Hills, Michigan. NOTE TO USER: User expressly acknowledges and agrees that, by downloading and or using this photograph, User is consenting to the terms and conditions of the Getty Images License Agreement. Mandatory Copyright Notice: Copyright 1990 NBAE (Photo by NBA Photos/NBAE via Getty Images)
photo_camera Isiah Thomas y Magic Johnson.

Estuvieron 26 años sin hablarse

Eranse dos jugadores de baloncesto, Isiah Thomas y Earvin Johnson, íntimos desde su juventud y dominadores en su ámbito durante la década de los ochenta y principios de los noventa del siglo pasado. Thomas, extraordinario base del Detroit Pistons. Earvin, más conocido como 'Magic', jugador total de Los Angeles Lakers y uno de los más grandes de la historia del deporte.

Dos excelente amigos, pese a la feroz rivalidad en la pista durante dos finales de la NBA, 1988 y 1989, con reparto de títulos y golpes. Algunos dicen que ahí comenzó a deteriorarse, aunque quizá 1991 sea el año clave de la ruptura.

Magic declara de forma pública que es portador del virus del SIDA. Isiah dice apoyarle, de cara a la galería, pero a sus espaldas difunde todo tipo de rumores y dudas sobre si es homosexual. No se sorprendan, pues es conocido en las grandes ligas estadounidense y, curiosamente entre los jugadores negros, una marcada homofobia.

Enterado de estos rumores, dicen que Magic respaldó al resto de jugadores que antes de los Juegos de 1992 vetaron la presencia -más que merecida- de Thomas en el ya famoso equipo de Ensueño de Estados Unidos. Argumento sin mucho sentido, pues Thomas era uno de los más odiados en la Liga. 'Capos' como Jordan, Bird, Pippen o Karl Malone no estaban dispuestos a jugar con él, aunque Magic lo pidiese.

26 años sin hablarse, salvo golpes indirectos por los medios, hasta que la NBA logró reunirles en una especie de show más propio de Tele 5. Allí Thomas se disculpó y ambos, cerca de los sesenta años, se reconciliaron entre lágrimas.

Un bonito cuento para la Nochebuena, aunque bien podría lavar esos trapos en la intimidad. En cualquier caso ¡Feliz Año Nuevo!

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