CUENTA DE RESULTADOS

Una cifra que nadie quiere ver ni comentar

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photo_camera Un empleado de banca cuenta billetes de 50 euros.

Se habla mucho de lo que cuestan los funcionarios, también del aumento salarial que tendrán en tres años. Y se habla mucho del problema que hay para pagar las pensiones. ¿Y de la deuda?

En España hay temas recurrentes, como el paro, la precariedad, la desigualdad, la dificultad para pagar las pensiones, la demografía… Y hay otros asuntos que o bien pasan inadvertidos, a pesar de su dimensión, o sencillamente se ocultan. Una cifra que (casi) nadie quiere ver ni comentar es lo que gasta el Estado en intereses; es decir, en pagar el coste de la deuda pública.

Se habla mucho de lo que cuestan los funcionarios, también del aumento salarial que tendrán en tres años. Y, por supuesto, se habla constantemente del problema que hay para pagar las pensiones. ¿Y de la deuda? ¿Y de sus intereses? De eso apenas se sabe nada.

Los alumnos de Ciencias Económicas no suelen dar crédito al dato y se llevan las manos a la cabeza cuando se lo enseñan. Sus profesores, también, aunque por otras razones. Probablemente si hiciéramos una encuesta en la calle nadie diría la cifra, ni sabría a qué equivale. En cambio, estamos ante uno de los problemas más graves de España: los intereses de la deuda pública le cuestan al Estado mucho más de lo que gasta en pagarle a todos sus funcionarios.

Hablamos, lógicamente, de miles de millones de euros. De más de 32.000 millones que se van por las alcantarillas, para mayor gloria de los intermediarios financieros y los tenedores de la deuda. No solo son 10.000 millones más de lo que se gasta en retribuir a los funcionarios, sino que multiplican por 5 todas las inversiones anuales del Estado.

Por si fuese poco, no estamos ante un final de etapa, sino más bien ante una carrera alocada: la deuda pública sigue subiendo como la espuma, hasta el punto de que equivale al producto interior bruto de España. Un repunte de los intereses podría ser letal en un país que cada año refinancia más de 200.000 millones de euros, una quinta parte, aproximadamente, de su deuda total.

En 2007, justo en vísperas de la crisis, la deuda pública española representaba el 36% del PIB, un ratio inferior al que soportaban entonces los socios de la Unión Europea. Pero rápidamente comenzó a aumentar y cuando se firmó, en 2011, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento en la UE, España ya superaba el límite fijado, del 60% del PIB. Hoy en día, la deuda pública española se mueve en el entorno del 100% del PIB.

¿Qué hay en ese inmenso saco de la deuda pública? ¿O, mejor dicho, qué no hay en ese saco sin fondo? Por un lado, ahí se acumulan todos los déficits anuales; por otro, ahí están las facturas del rescate financiero de bancos y cajas de ahorros, los préstamos concedidos a otros países, los intereses, … En total, la deuda pública en España se cifró en 1.144.629 millones de euros en 2017; léase también 1,1 billones de euros.

Una parte importante del aumento de la deuda residió en la caída del PIB, que provocó una reducción de la recaudación de impuestos para financiar los gastos, lo cual estos años de crisis derivó en un aumento del déficit. Éste es de dos tipos: por un lado tenemos el déficit primario, que expresa la diferencia entre ingresos y gastos –excluyendo los intereses de la deuda–, y es el más importante, y por otro está la contribución al déficit de los intereses de la propia deuda. De cara al futuro habrá que reducir el déficit primario hasta llegar al equilibrio de ingresos y gastos, sin perder de vista el pago de intereses. Son deberes para el Estado pero también para la Seguridad Social, las comunidades autónomas y las entidades locales (ayuntamientos y diputaciones).

@J_L_Gomez

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