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Fronteras contra el sector agrario

photo_camera Una mujer realiza la compra en el servicio de frutería de un supermercado.

Mientras las exportaciones de frutas, aceite o carnes chocan contra políticas proteccionistgas, Los agricultores sufren a la vez la fuerte entrada de productos por la apertura de fronteras comunitarias

Históricamente, por sus condiciones climatológicas mediterráneas favorables, frutas y hortalizas constituían el grueso de las exportaciones españolas a las que se sumaban, solo cuando sobraban, el aceite y el vino. Hoy, frutas y hortalizas siguen constituyendo sector clave en las exportaciones agrícolas con 12,3 millones de toneladas sobre una producción de 18 millones por valor de 12.700 millones de euros. Pero, frente a la situación anterior, exportar ya no es solamente una vía para dar salida a lo que sobra en el mercado interior, sino que responde a una estrategia de producciones y cultivos pensados para comercializar en los mercados exteriores.

Esta nueva filosofía es la que disparó las superficies de olivar a 2,5 millones de hectáreas para exportar una media de 900.000 toneladas frente a una demanda interior media de solo 550.000 toneladas; en el caso del vino, para exportar 24 millones de hectolitros sobre unas cosechas de 42 millones de hectolitros, aunque algo más del 50% se vende a bajos precios a granel; para que los productores de porcino, superada la crisis de la peste porcina de hace 30 años, hoy hayan relanzado el sector hasta una producción de 3,8 millones de toneladas y convertirse en segundo país productor de la UE exportando más del 40% a otros países comunitarios y, sobre todo, a los mercados asiáticos; para que los productores de huevos lleguen a medio mundo…pollos, vacuno y ovino para el norte de Africa …..Hoy, en definitiva, se invierte y se produce para operara en todos los mercados.

En conjunto, sector agrario y la industria alimentaria venden en el exterior por valor de más de 46.000 millones de euros, de los que 26.000 corresponden a la industria alimentaria, convirtiendo a España en el cuarto país exportador de productos alimentarios en la Unión Europea, solamente por detrás de Holanda, Alemania y Francia

En base a esos datos, se podría pensar que los productos agrarios y alimentarios españoles lo han tenido fácil para entrar en más de un centenar de países. Sin embargo, no ha sido así y todo apunta a que la situación se puede endurecer en el futuro ante la existencia de nuevas corrientes proteccionistas en defensa de sus producciones o intereses de otro tipo ligados a la geopolítica, como en el caso del cierre ruso.

En el marco comunitario, los productos españoles, aunque tienen un importante acceso en base a su competitividad, sufren ya de una corriente nacionalista, caso de Francia, donde se promueve de una u otra forma, la demanda de sus producciones locales desde las propias instituciones o vía las agresiones a los transportes que llegan desde el exterior.

Fuera de la Unión Europea, los exportadores españoles se enfrentan a diario a todo tipo de barreras añadidas también de un claro matiz proteccionista, que aplican diferentes países, entre los que se hallan los grandes mercados como Estados Unidos, China, Japón o Sudáfrica, al margen de las reglas de juego de la Organización Mundial de Comercio. Desde esta perspectiva, lo que haga o deje de hacer el nuevo presidente de los Estados Unidos podrá marcar una nueva política de relaciones comerciales, no solo con ese país, sino por lo que hagan el resto de los países

En esta estrategia de implantación de barreras con fronteras invisibles, en unos casos se hace con el argumento de una seguridad alimentaria. En otros, por la defensa de sus cultivos frente a posibles plagas procedentes del exterior. Una tercera vía sería la imposición de lentos procesos burocráticos, papeleos, mayores controles e inspecciones, análisis en puerto sin fecha de ejecución con posible deterioro de la mercancía provocando una inseguridad en el exportador sobre la llegada y el estado del producto por lo que, en muchos casos renuncian directamente a operar en ese mercado.

En carnes, la casi totalidad de las ventas a terceros países corresponde al porcino, más de 4.000 millones de euros, mientras se hallan cerrada las fronteras al vacuno desde la crisis de las vacas locas en 2000 a pesar de haber sido calificada España por la Oficina Internacional de Epizootias como país de bajo riesgo .EEUU sigue cerrado al vacuno español, mientras acaba de abrirse al vacuno de otros países comunitarios como Francia, Irlanda, Holanda o Lituania.

En aceite de oliva donde España tiene el liderazgo indiscutible con el 40% de la producción de todo el mundo y en exportaciones con una media 900.000 toneladas, las barreras proteccionistas tienen su referencia en Estados Unidos que, con una producción de 20.000 toneladas y un consumo de 320.000 toneladas, trata de poner trabas con unas normas sobre calidad y retención de la mercancía en puerto para análisis palé a palé.

Entre los principales sectores exportadores destaca finalmente el vino donde las principales barreras se concretan en normas estrictas, más allá de las exigidas por la Oficina Internacional del Vino sobre residuos y aditivos en países como Brasil, India, México, China Japón.

En unos mercados cada vez más globalizados, las políticas de acuerdos para acceder a cada país resultan hoy totalmente indispensables. El reto en los mismos es lograr que sus contenidos supongan un equilibrio entre los intereses de las partes y de cada uno de los sectores. En el caso de España, esas negociaciones se hallan hoy en manos de las autoridades comunitarias para unos acuerdos a los que siguen los correspondientes protocolos con cada uno de los países. La experiencia de los años precedentes y de lo que sucede en la actualidad, es que Bruselas es generosa a la hora de abrir sus fronteras en los acuerdos con terceros países, muy especialmente en lo que afecta a las producciones agrarias a cambio de abrir las fronteras de esos países a los bienes industriales, con el consiguiente perjuicio para los agricultores y ganaderos comunitarios. Por el contrario, esos terceros países son duros a la hora de abrir totalmente sus fronteras a los productores agrarios de los países comunitarios. El resultado final es que acceder a los mercados comunitarios es muy fácil, no hay barreras proteccionistas ni cláusulas de salvaguarda, mientras para los productores comunitarios abrir fronteras en terceros países grandes consumidores como Estados Unidos, China o Japòn tiene cada día más dificultades.

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