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Llegó la hora del pacto salarial en España

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photo_camera Manifestación sindical en demanda de un mejor empleo.

Los sindicatos, también en crisis, parece que remontan el vuelo gracias a la negociación de los aumentos salariales y de la reposición del empleo público, tras años de precariedades en ambos aspectos.

Se ha hablado mucho de la inutilidad de los sindicatos en España. También de los supuestos privilegios de algunos sindicalistas. Sus principales enemigos aprovecharon los escándalos de las tarjetas Black y de los ERE para demonizarlos. Pero lo cierto es que no existe ninguna democracia de calidad donde los sindicatos no tengan un papel relevante. Cuando menos merecen un respeto. Además, la Constitución les ampara, ya que la Carta Magna del 78 confiere importancia a los sindicatos y a las asociaciones empresariales en el marco del Estado social y democrático de Derecho.

“Si pactan son vendidos y si no lo hacen, intransigentes, difícil equilibrio el que tienen que guardar. Los que quieren acabar con ellos se sirven de cualquier cosa para desprestigiarlos y cada vez somos menos los que creemos que son la última barrera para defender los intereses de los más débiles”, se lamentaba en plena crisis un ciudadano en una carta al director.

Estos días las centrales sindicales han levantado un poco la cabeza al hilo de la negociación de los aumentos salariales y de la reposición del empleo público, tras muchos años de precariedades en ambos aspectos. Los sindicatos vienen de unos tiempos en los que se cansaron de alertar –sin mucho éxito– de que la política económica del Gobierno español, de alguna manera secundada por el de la Xunta, iba a generar tensión; máxime cuando las modestas subidas salariales acentuaron la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, castigados a su vez por importantes subidas fiscales.

Desde el sindicato CC OO argumentan, por ejemplo, que Galicia es tributaria, como el resto de España, de “una política alicorta”, presupuestariamente “improductiva”, que no ha incentivado nuevos sectores industriales que tomen el relevo en la generación de empleo, frente a la caída “brutal” que se ha producido en la construcción. “Habiendo competencias en la Xunta muy importantes, la orientación general es que aplica unas políticas ancladas en la austeridad”, alerta esta central sindical.

En su repaso a la economía gallega en 2016, los sindicatos UGT, CC OO y la CIG destacan la temporalidad de los empleos creados, según la EPA, publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), a lo que añaden que este incremento en el número de trabajadores está ligado “a la estacionalidad” y “puede no consolidarse en los próximos trimestres”.

Después de ocho años inmersos en “una fuerte crisis”, la CIG admite que algunos indicadores macroeconómicos presentan signos positivos, tales como la evolución del PIB o incluso la evolución de la ocupación, pero advierte de que “si desagregamos estos indicadores y analizamos más al detalle”, lo único que esconden es “el crecimiento de las desigualdades y de la precariedad”.

UGT de Galicia tiene analizado el reparto de la riqueza, con un desglose del PIB en términos de re nta, en los últimos 15 años. Su informe concluye que si en el año 2000 la población asalariada de Galicia percibía el 46,5% del PIB y el empresariado el 43,4%, en 2016 se ha dado la vuelta a este dato: los asalariados perciben el 44,5% del PIB y las empresas el 45,3%.

Si algo parece estar claro es que llegó la hora del pacto salarial, porque la economía española necesita una nueva política de rentas que habrá que pactar sin maniobras dilatorias, contando –obviamente– con los sindicatos.

@J_L_Gomez

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