CUENTA DE RESULTADOS

¿Muchos impuestos o gestión deficiente?

Además de incrementar la lucha contra el fraude que trae consigo la economía sumergida, España tiene margen para gestionar mejor sus ingresos y alcanzar de paso una mayor recaudación fiscal. 

España adoptó severas medidas de austeridad, a pesar de tener un desempleo elevado, pero no lo hizo por voluntad propia, sino bajo la presión de los mercados y de la UE, por ser miembro de la eurozona. Le tocó hacerlo primero al Gobierno de Rodríguez Zapatero y después al de Mariano Rajoy. Ambos tropezaron con problemas para refinanciar su deuda y se vieron obligados a recortar su gasto y a subir los impuestos. Ante la imposibilidad de un cambio inmediato del modelo productivo, la devaluación interna perfiló y condicionó la traumática superación de la crisis financiera y económica.

Ahora que la economía tiende a recuperar su nivel anterior a la crisis en términos de producción, que no de igualdad, se abren algunas vías para aflojar un poco algunas tuercas, de ahí la inminente subida del salario mínimo. Quiere eso decir que España empieza a revisar, lentamente, esa devaluación interna basada en subir los impuestos y bajar los sueldos, todo un castigo para millones de personas, a menudo indefensas en medio de esta maldita crisis, como diría Paul Krugman.

¿Tiene margen Rajoy para seguir por esa senda? Todo parece indicar que sí. Una vez recuperado el nivel de producción de 2007, en parte gracias a la mejora de la competitividad por tener sueldos más bajos, parece de cajón que suban los salarios y se reparta mejor la riqueza, disminuyendo la desigualdad. Con moderación, como reclama Rajoy, pero también con determinación, como exige la izquierda.

Del mismo modo que la igualdad es una asignatura pendiente del Gobierno, éste tiene más frentes abiertos, entre ellos: reducir el déficit, mediante más ingresos con algunos retoques en los gastos; recuperar población y hacer viables las pensiones. El problema demográfico y el de las pensiones no tienen solución de un día para otro, pero el de los ingresos sí puede tenerla, incluso aunque no baste sólo con tirar del crecimiento. La realidad demuestra que la consolidación fiscal avanza, aunque el desempleo sigue siendo alto, mientras que el incremento de la productividad es insuficiente.

¿Dónde está entonces el margen del Gobierno? Básicamente, en dos frentes. Por un lado, persiguiendo el fraude, ya que si se evitase este fenómeno la recaudación fiscal prácticamente se duplicaría. Si bien los resultados de la lucha contra la economía sumergida siguen siendo modestos, permiten concluir que hay margen de maniobra en esa línea. Por otra parte, cabe elevar los impuestos.

Una cosa es que el Estado en España sea menos eficiente que otros del entorno y otra que esté bien dotado. Mucha gente cree que en España ya se pagan muchos impuestos y tal vez tiene razón a la vista de los servicios que recibe y de los robos que observa a medida que se conocen más casos de corrupción. Eso es verdad. Pero no lo es menos que la presión fiscal en España fue del 34,6% del PIB en 2015, siete puntos menos que en la eurozona. Al mismo tiempo también es cierto que España ha protagonizado una de las mayores subidas de impuestos en los últimos años para sortear la crisis fiscal, y aun así su capacidad recaudatoria sigue siendo de las más ineficaces en la UE y, especialmente, en la zona euro.

Todo ello debería conducir a una reforma fiscal en condiciones, sin más parches, partiendo de una definición previa de cuál debe ser el nivel del Estado del bienestar que se desea alcanzar y garantizar.

@J_L_Gomez

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