Termina un año malo para los inversores

Los resultados negativos de la mayoría de las carterasno se deben a la marcha de la economía real, que sigue siendo positiva, sino a las incertidumbres ante lo desconocido. Lo que sucede es algo atípico.

Si casi nunca resulta fácil explicar qué está sucediendo en los mercados financieros, este año menos. Lo único cierto es que casi todo fue mal y terminará mal en cuanto a resultados de los distintos activos, ya que, por extraño que parezca, la economía sigue creciendo –en España y en el mundo–, del mismo modo que los resultados empresariales. Hay una cierta ralentización pero sigue habiendo crecimiento en este año tan atípico desde el punto de vista financiero.

¿Cómo puede explicarse entonces que si la economía real va razonablemente bien las inversiones en casi todo tipo de activos financieros vayan mal? Tal vez la respuesta más razonable es que los mercados están dominados por lo desconocido, nebulosa en la que se mezclan el alcance de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, el cierre del Brexit y la incertidumbre que rodea la política fiscal en la eurozona.

El año 2018 fue malo para casi todas las carteras, incluso las mejor diversificadas, porque hubo bajadas en la bolsa pero también en las materias primas, los bonos, etcétera. Son contadas las excepciones de los activos financieros a salvo de las caídas, lo cual es inusual, ya que lo habitual es que, por ejemplo, la bolsa y los bonos no bajen simultáneamente o que las bajadas no sean comunes a todas las áreas geográficas. Y menos todavía en un ejercicio económico con crecimientos de producción y de márgenes empresariales.

¿Volverá entonces la recuperación en 2019? Está por verse y, sobre todo, que sea en el primer semestre, en el que habrá tres frentes importantes: la renegociación de aranceles entre Estados Unidos y China, el cierre del Brexit y las elecciones europeas de mayo. Lo más probable es que los seis primeros meses deparen más volatilidad, lo cual no impedirá que los mercados financieros se asienten en el segundo semestre, ya con el panorama global despejado, o que haya inversores que sepan aprovechar las oportunidades que hoy por hoy brindan las bolsas de Estados Unidos, Brasil y la India, donde hay activos atractivos.

En este contexto tan incierto, el temor a la desaceleración económica global no desaparece. Así, las bolsas europeas –entre ellas la española de manera destacada– están cotizando con recortes, arrastradas por las caídas de Wall Street, que se deben, entre otros factores, a la decisión de la Reserva Federal estadounidense de subir los tipos al 2,5% y anunciar que bajará el ritmo de las subidas en 2019. En España la situación tiene tal calado que el Ibex se mueve en zona de mínimos de nada menos que 2 años, al tiempo que en el mercado de deuda la rentabilidad del bono español a diez años está por debajo del 1,40%.

Todo ha estado muy ligado a la política monetaria, que en Europa contribuyó de manera decisiva a alcanzar 22 trimestres de alza continua del PIB. Esta estrategia expansiva del Banco Central Europeo (BCE) se salda ahora con que el propio BCE ha triplicado su balance en los últimos diez años, lo cual trae consigo una nueva etapa más tranquila en la que se ralentizarán las futuras compras de bonos.

Al otro lado del Atlántico, la Reserva Federal está subiendo los tipos de interés, pese a la presión de Donald Trump, pero emite igualmente señales de que pisará el freno. Para 2019, el banco central estadounidense ve aún posibles dos incrementos más, pero ya dejó caer que está cerca de adoptar una posición neutral.

@J_L_Gomez

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