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Trump fomenta lo contrario de lo que dice

Su populismo y su gran capacidad de manipulación, que incluye la mentira como arma política, se convierte en una amenaza no solo para los EE UU, sino para el mundo. ¿Será España indiferente ante Donald Trump?  

Es tal el bombardeo informativo diario del populista Donald Trump que puede haber gente que, al tiempo que se asusta ante lo que dice, se olvide de la realidad social y económica de los EE UU. Si algo quiere precisamente Trump es que la gente piense que todo está mal para que se crea que con él todo irá a mejor. Pero aunque así fuese, y el cambio resultase conveniente –a menudo lo es en todas partes–, no debería ser necesariamente en la línea que marca el programa económico del nuevo inquilino de la Casa Blanca. El premio Nobel Paul Krugman suele comentar que Trump promete a sus votantes una reindustrialización, pero sus políticas fomentan todo lo contrario. Es más, su amenaza de elevar los aranceles a los países que no obedezcan sus indicaciones podría catalizar el valor del dólar y llevarse por delante a varias multinacionales de los Estados Unidos.

¿Qué propone el nuevo inquilino de la Casa Blanca? Sus propuestas incluyen una rebaja general de impuestos, que supone ventajas para las rentas más altas, que pagarán menos, y también para las empresas, al pasar el impuesto de sociedades del 35% actual al 15% o incluso al 10% para las empresas que decidan repatriar los beneficios que acumulan en el exterior. La modernización de infraestrcturas se presenta como otra especie de eldorado por parte de Trump, si bien nadie sabe cómo se financiará. El proteccionismo económico y la lucha contra la deslocalización industrial son otras de sus grandes ideas, que incluyen medidas favorables a las empresas de armamento, salud, biotecnología y finanzas. Trump también aumentará la producción interna de combustibles fósiles, como carbón y petróleo, y se olvidará de la lucha contra el cambio climático.

Lo que no dice Donald Trump es que en los últimos ocho años –léase con Barack Obama en la Casa Blanca–, EE UU creó más empleos que todas las economías avanzadas en el mundo combinadas. El desempleo se redujo a la mitad y los salarios empezaron a subir. EE UU es un país donde trabajan más de 160 millones de personas –en España, 18,5 millones– y en el que prácticamente no hay desempleo: menos de un 5% frente al 18,6% de España. Tampoco acepta la ventaja social que representa para 20 millones de estadounidenses haber pasado de ser no asegurados a serlo. De entrada, también partimos de que EE UU es un país que duplica el PIB per capita de España, lo cual puede dar idea de su inmensa riqueza.

Ahora que tanto habla del mercado automovilístico procede recordarle a Trump que en la recta final de la presidencia del republicano George Bush, las ventas de automóviles descendieron en EE UU a su mínimo en 27 años, mientras que al final del mandato del demócrata Barack Obama alcanzaron su máximo histórico. ¿Sabe el populista Trump de lo que habla o simplemente se trata de mentirle a la gente?

¿Ignora Donald Trump que el sector manufacturero es un negocio mundial en el que, como subraya Krugman, los coches, los aviones y demás se ensamblan a partir de piezas fabricadas en distintos países? Una manufactura es, por definición, una obra hecha a mano o con auxilio de una máquina, pero siempre con mano de obra. Es, por tanto, clave para el empleo en cualquier parte del mundo, incluyendo los EE UU. Si Trump rompe esa cadena, la cadena no será mejor ni más fuerte. Y por muy bueno que sea el trozo que él se quede, la cadena perderá valor.

@J_L_Gomez

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