CAPÍTULO 6

Las víctimas hablan más que los testigos

El error está en que hemos seguido los protocolos, pero no la lógica del asesino. Suponiendo que sea solo un asesino.

Al comisario le acometió inopinadamente una terrible sospecha, algo así como una revelación. Le vino a las mientes nada más oír la voz de Pablo. En seguida recordó una conversación anterior, en la que Pablo le había deslizado la posibilidad de que el asesinado no fuera un asunto solitario. Esta vez reafirmó su teoría al oír el razonamiento de Pablo:

- Tú mismo nos has dicho muchas veces que el asesino siempre anda cerca de la víctima. Nadie mata a un completo extraño. Lo que pasa es que los sospechosos siempre se llaman andana. El asesino no es simplemente “alguien que pasaba por allí”. 

-Eso mismo es lo que le dije a Faramiñas, pero él insiste en la tesis del asesinato solitario y por azar, sin móvil aparente. Lo atribuye a que hay mucho extranjero suelto, sin lazos familiares. Pero a mí eso me parece un puro prejuicio. Ya sabes que al gallego no le gustan los guiris. 

- Pues alguna vez harás caso de los que te rodean y te quieren. Déjate aconsejar, tío.

- Pero no tengo ninguna prueba de que este último asesinato se relacione con los otros. Además, el finado era un tío muy legal. Aquí no hay trazas de bandas. Queda descartado el móvil sexual y el del robo. Total, que estoy hecho un lío. Un caso más sin resolver como este y me juego el ascenso. La parienta insiste en que me apunte a la prejubilación con el 80% del sueldo.  Pero eso sería una deshonra. Uno tiene su pundonor. Ya sabes, soy socio del Sporting desde que hice el bachillerato, y eso marca. Sabemos perder un partido y hasta una liga, pero siempre volvemos a remontar.

- Habla otra vez con Faramiñas. Ya sabes lo reservón que es el tío, pero sospecho que debe de tener datos que no te transmite. No es por desidia, sino, al revés, por lealtad. No quiere que te columpies otra vez, como en el asunto de los rumanos. Los malditos periodistas todo lo enturbian. No dejes que metan las narices en esto. 

- En una cosa tenéis razón, tú y el cabronazo de Faramiñas. En los asesinatos individuales encontramos siempre un montón de rastros. No hay asesino suficientemente inteligente. Pero en este caso andamos bastante despistados. Nos acercamos al crimen perfecto, maldita sea.

- Tú mismo. Cuando el asesino no deja rastros es que se trata de algo muy profesional. Fíjate lo que te digo, aunque te parezca mentira, sospecho que en este crimen tiene mucho que ver con los dos anteriores.
- ¿Te refieres a los de la playa del verano pasado? 

- Tú lo has dicho. Te insisto, habla en serio con Faramiñas. Él sabe más de lo que te ha dicho; fijo.
El comisario andaba con la mosca detrás de la oreja. En efecto, Faramiñas se había portado de un modo extraño con ocasión de los asesinatos de la playa. En ese caso actuó también de una forma rara. No era su estilo mantenerse tan taciturno y reservón. Así que le llamó para una reunión de urgencia.

- A la orden, jefe. Que conste que no tengo más información. Toda está en las bolsitas de plástico. Se ha seguido el protocolo. Lo mejor será que archives el caso. No me pidas lo imposible. Tenemos otros muchos asuntos que resolver.

- No me vengas con chorradas, Faramiñas, que todos los gallegos sois iguales. Tú sabes algo más. Me lo ocultas porque crees que me va a perjudicar. Pero la verdad es sagrada. Así que abre el pico.

- Ya te he dicho que los de balística no nos han dado ninguna pista. Solo concluyen que la pistola de este asesinato no es la misma que se utilizó en los sucesos de la playa. No hay ninguna trama. Alguna vez habrá que creer en las casualidades ¿no? No busques tramas donde no las hay. Esto no es la tele.

- Pero utiliza la lógica, mamón. Nadie dispara tres tiros a quemarropa así como así. Con el de la cabeza era suficiente. Tres balazos a una persona desarmada indican que se trata de una venganza. Si alguien quiere vengarse es porque hay algún conflicto anterior sin resolver. En los asesinatos de la playa ya vimos que alguien los había premeditado. Los asesinos son tipos de costumbres. 

- Sí, pero el vengador no sabemos quién es. Además, no tiene por qué ser el mismo en los tres casos. Si no hay móvil, no hay caso. Tú mismo me los ha dicho siempre. Solo sabemos que no sabemos casi nada. ¿Y si fuera un accidente? 

- Pues nos pagan por averiguarlo, me cagüen Ros. O sea, que espabila. Tienes que averiguar si el finado tenía alguna relación con los de la playa del verano pasado. Pistas, quiero pistas. 

- Ya he trazado todos los posibles rastros. Negativo, jefe.

- No me basta con los rastros que deja el criminal. Te he dicho mil veces que las víctimas “hablan” más que los testigos. ¿O no es una coincidencia que los tres finados, los dos de la playa y este, hayan sido personas con dinero? Y con dinero negro, además, por la cosa inmobiliaria, que todos son unos ladrones. Cuando se gana mucho dinero sin facturas es que alguien se puede haber sentido explotado. Por ahí debe de andar el móvil de la venganza. Te lo juro, esta vez el asesino múltiple no me va a engañar. Se estará riendo de nosotros. Me lo tomo como una cuestión personal. Si no encuentras pruebas, las pintas, me cagüen Ros.

- Jefe, si me aprietas, te diré una cosa. Es una pura lucubración, pero observa que los tres casos se han producido en un espacio reducido, en un círculo de unos 500 metros de radio. Esta es una ciudad tranquila. Hay muchos robos, pero poquísimos homicidios. Con la tesis de que los asesinos suelen andar cerca de las víctimas, verde y con asas.

- Eso está mejor, Faramiñas. Empiezas a utilizar la cabeza.

- El error está en que hemos seguido los protocolos, pero no la lógica del asesino. Suponiendo que sea uno solo. Es algo que me resisto a creer.

- Pues empieza a creértelo. Lo fundamental es encontrar alguna conexión entre los tres asesinados. Investiga líos de familia, ya sabes, cosas de herencias y todo eso. ¿Quién se ha beneficiado con esas muertes? Robo no ha habido; eso queda descartado. 
- Lo único que te puedo decir es que la víctima andaba con una operación de un club de alterne.
- Coño, haberlo dicho.

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