La comisión del Entroido da lectura a las últimas voluntades en la Praza Maior.
El Enterro da Sardiña barquense comenzó a las 20,30 horas de ayer, sin demorar un minuto de la hora fijada en el programa. Los asistentes, muchos de ellos vestidos de duelo, en señal de dolor por la sentida pérdida, se concentraron en la Praza Maior.
La plaza fue el punto de partida de un entierro en el que Francisco Javier García León, el pregonero de la última edición de la Festa do Botelo, dirigió el rito. Lo hizo deteniéndose ante los distintos bares y negocios ante los que pasó la triste procesión. Para todos ellos tuvo una copla, llena de humor y simpatía.
La marcha remató en el punto de partida. Sobre el centro de la plaza fue depositado el muñeco que protagonizó el entierro, sobre el cual serían los colocados los petardos que pretendían hacerlo saltar por los aires. No fue suficiente. Los organizadores tuvieron que ajusticiarlo posteriormente, ya con el método más tradicional de prenderle fuego con una tea.
Finalizado el sepelio, los asistentes pudieron degustar los chorizos preparados por la organización.
