Los gendarmes, desbordados: "Es imposible ponerle puertas a las montañas"

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photo_camera Gendarmes franceses custodian el albergue juvenil en el que está instalado el centro de mando, la capilla ardiente y las carpas para albergar los restos de los viajeros del avión. (EFE)

"La zona es inmensa, la gente va campo a través y yo no puedo acordonar toda la montaña", agrega. Había recibido órdenes de que el macizo fuera un búnker y, sin embargo, hay fugas

"¿Cómo quiere usted que le pongamos puertas a la montaña?", se pregunta un comandante de la Gendarmería mientras extiende los brazos para mostrar impotencia, como si tratara de abarcar todos los Alpes franceses.

Gilbert -no quiere revelar su apellido- camina acelerado hacia el puesto donde dos de sus agentes están apostados, ante un camino que da acceso a pie al lugar donde desde el pasado martes yacen los restos del Airbus que cubría la ruta entre Barcelona y Düsseldorf y los de sus 150 ocupantes.

El comandante Gilbert es el enlace entre la media docena de retenes montados por la Gendarmería para impedir que periodistas, curiosos o cualquier otra persona acceda al recóndito lugar.

El camino es angosto, apenas un sendero. Luego hay que atravesar bosques, subir zonas escarpadas y rocosas hasta llegar al emplazamiento.

Pero el comandante Gilbert sabe que cada día un puñado de reporteros se aventuran por el monte y, tras horas de marcha, acceden a la zona.

Le cuentan que la prensa publica fotos y eso hace que el comandante Gilbert tuerza el gesto, entre fastidiado e impotente, cuando se le pregunta por ello.

"La zona es inmensa, la gente va campo a través y yo no puedo acordonar toda la montaña", agrega. Había recibido órdenes de que el macizo fuera un búnker y, sin embargo, hay fugas.

Pero lo esencial está preservado. Los periodistas y curiosos no acceden directamente al lugar del accidente. La escena de la tragedia está preservada, tal y como han solicitado los investigadores para poder analizar con la mayor meticulosidad los rastros que dejó el vuelo de la compañía Germanwings cuando se estrelló.

El sendero más franco que lleva hasta lo que queda del A320 sale de Le Vernet, una pequeña aldea de 500 habitantes. Hace falta un todoterreno para aventurarse por él y deja a unas dos horas a pie del destino.

Dos agentes vigilan que nadie lo cruce. "Es el segundo día que monto guardia aquí. Vienen cada día unos 50 periodistas. Apenas insisten en pasar. Dan media vuelta y se van", relata uno de los gendarmes.

"Si el que trata de pasar es un lugareño le tomamos los datos. Aunque ya los conocemos a todos", asegura.

A lo alto, los helicópteros sobrevuelan el lugar del accidente. Son el medio más eficaz para llegar hasta el lugar en apenas unos minutos, el elegido por los investigadores.

Decenas de ellos suben cada día en busca de indicios y, desde última hora de ayer, rescatan los primeros restos humanos.

La Gendarmería y el Ejército siguen trabajando en tratar de crear un camino para vehículos, pero por el momento no está listo.

Los dos agentes que protegen el sendero de Le Vernet mantienen la guardia cuando se avecina un 4x4 con cuatro ocupantes.

En ellos viaja un portavoz de la aerolínea Lufthansa. Prepara la visita de los familiares. "Tratamos de ver si es viable llevarles los más cerca posible del lugar del accidente", dice.

Está excluido que suban en helicóptero, un medio reservado a la investigación y el rescate de los cuerpos.

"No podrán ver el lugar donde reposan los restos de sus seres queridos, pero quizá les sirva para el duelo", señala uno de los psicólogos de la célula de acompañamiento montada por las autoridades locales.

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