SOLIDARIDAD

Trovadores de sonrisas en el hospital

Un grupo de amigos transformados en trovadores dibujan sonrisas en la cara de los niños ingresados en el Hospital Materno Infantil de Málaga

La magia del idioma universal, la música, permite a un grupo de amigos transformados en trovadores dibujar una vez al mes en la cara de los niños ingresados en el Hospital Materno Infantil de Málaga una sonrisa a través de distintos juegos y serenatas.

Ellos cantan y cuentan, hacen magia y funambulismo en la última planta de este centro sanitario para que, mediante adivinanzas y trabalenguas, padres e hijos olviden por un momento sus problemas de salud.

El público no es cualquiera: son risas universales acompañadas, circunstancialmente, de vías, goteros y catéteres, si bien la audiencia más exigente suelen ser los acompañantes adultos, porque les cuesta más desprenderse de la mochila de preocupaciones y emprender este viaje a un mundo de fantasía.

Los Trovadores Sin Fronteras nacieron hace una década, cuando decidieron fundar esta organización para poder llevar música y regalos durante una hora y media a los más pequeños al decidir sus anteriores agrupaciones musicales -tunas y coros- no involucrarse en esta idea a raíz de la situación económica que estaban pasando.

El grupo es "una ONU pequeña", afirma a Efe el director y cofundador de la ONG, Manuel Reina, ya que cuentan con múltiples nacionalidades entre los "treinta y tantos" músicos "amateurs" que componen este mosaico solidario, todos ellos hombres que superan el medio siglo de vida.

"No somos más que una reunión de amigos que decidimos que era importante hacer esta labor con estos niños para que en esos momentos difíciles que atraviesan con su enfermedad puedan tener un día (de descanso), un jueves de cada mes nuestra compañía", señala el tesorero de la agrupación, Rafael O`Donnell.

El punto de mira de los trovadores, que van ataviados con una beca amarilla y blanca -"lo elegimos al azar y se corresponden con los colores vaticanos"- y reparten bolsas con lápices, láminas, cuentos, libros, peluches, juguetes o gorras, son tanto los niños como los familiares que les acompañan.

Los Trovadores Sin Fronteras se dan a conocer por el boca a boca: son una suerte de mohicanos en la era digital que no disponen ni de página web ni de perfiles en redes sociales.

Se apoyan en patrocinadores que los sustentan -con regalos, al no aceptar donaciones económicas- y en los participantes voluntarios, porque están abiertos "a todo el mundo. No hace falta saber tocar un instrumento o cantar, sólo que nos ayudes a divertir y entretener a los niños. No se pretende que seamos los maestros cantores de Viena", indica Reina.

Pero hay que estar concienciado, hecho de una pasta especial, ya que han vivido "momentos muy desagradables", según Reina, lo que supone que haya gente "que ha ido una vez y no va más", porque "hay que superar los problemas que uno tenga por el beneficio de ellos. Hay que curarse contra eso".

El secretario de la asociación, Juan Ruiz, manifiesta a Efe que, en su opinión, "lo más duro muchas veces son las caras de los padres" pues "los niños al fin y al cabo se distraen", pero a los progenitores "es más difícil arrancarles una sonrisa", ya sea "por lo bien o lo mal que lo hacemos: siempre en tono cómico".

Todo por que la comedia, la risa y la diversión sean las reinas absolutas en los pasillos de este hospital infantil. Aunque sea una vez al mes.

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