La entrevista

Alberto de Paula: “El casco histórico debería tener más hoteles”

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Alberto de Paula es el presidente del Colegio de Arquitectos, un colectivo que conoce mejor que nadie la huella de la crisis. Ahora que su sombra es menor los profesionales miran sobre todo al casco histórico de la ciudad, urgido de atención pública y privada

¿Qué análisis hace del estado de rehabilitación del casco histórico de la ciudad?  

Podíamos estar mejor, además el casco histórico necesita un empuje importante, pero también es cierto que acaban de salir unas ayudas públicas importantes para empezar a invertir en el casco histórico de Ourense, Betanzos, Lugo y Ferrol.

Se pretende inyectar dinero para comprar inmuebles, rehabilitarlos y destinarlos a vivienda en alquiler, a vivienda de protección autonómica.

Es una idea atractiva y ha de ser ejemplarizante porque desde las administraciones se debe dar ejemplo para definir cómo se debe rehabilitar un patrimonio construido tan importante como el de Ourense.

Por lo tanto, bastante parado por un lado porque la promoción privada no está en sus mejores momentos, pero relativamente esperanzados con este inicio de inversión pública. 

¿Estamos perdiendo la oportunidad de recuperar rápido un espacio con tanta personalidad como el casco histórico de la ciudad?  

Sí, porque realmente cascos históricos como el de Ourense tenemos muy poquitos y uno de los problemas que tenemos es no reconocer el valor de este espacio que tenemos en la ciudad.

Hasta que los propios ourensanos no nos creamos lo que tenemos y su potencialidad va a ser muy complicado devolverle la vida que requiere.

Nosotros, en diversas ocasiones, comentamos la oportunidad perdida de nuestro casco histórico cuando se pudo montar en la zona antigua el centro comercial que tenemos a orillas del Miño, en terreno inundable.

Yo creo que era la mejor manera de revitalizar este espacio, al que le falta vida, sobre todo en su zona sur. Pontevedra, por ejemplo, no tiene centro comercial, pero sí muchas edificaciones dedicadas al comercio en su zona histórica y todos miramos a esa ciudad como ejemplo a seguir.

Aquí no se hizo y creo que hemos perdido una buena oportunidad. 

¿Es una buena idea dejarlo todo en manos de la iniciativa privada agobiada por la crisis o intervenir en un parcelario que no se puede tocar?  

Esas son dificultades añadidas. La promoción privada no está pasando por sus mejores momentos aunque sí se nota un ligero crecimiento.

Ya se empieza a preguntar por solares vacantes, pero de forma muy inicial. El parcelario sí que condiciona, es un elemento a respetar y muy valioso.

Sin embargo, se pueden hacer intervenciones muy buenas respetando el parcelario y dando cabida a todos los usos para generar esa vida de la que hablo. El plan actual prohíbe, salvo excepciones, las agrupaciones de parcelas, pero aún así se pueden hacer intervenciones adecuadas.

También es cierto que a nivel gallego se está desarrollando una ley que plantea la posibilidad de agrupar parcelas en el casco histórico, entonces se permitirá hacer esa agrupación de fincas que sí se demandan en la ciudad. 

¿Cómo valora los proyectos hoteleros que están naciendo en esa zona de la ciudad para atraer actividad?  

Lo valoro de forma muy positiva porque hay que aplaudir a estos promotores que se lanzan a estas inversiones, que arriesgan su dinero en este espacio donde muchas veces la seguridad jurídica no está del todo clara, donde la obtención de las licencias se antoja demasiado lenta.

Por lo tanto, yo creo que esas inversiones son un camino fantástico para que generemos esa vida que hace falta en el casco histórico. Aunque se generasen más hoteles tendrían cabida porque hay una oferta muy limitada.

La promoción privada es muy necesaria, pero también la pública para generar espacios públicos que son tan importantes para sentirnos a gusto. Lo que hacen falta son ganas. 

¿Es optimista en cuanto a nuevas inversiones o promociones a corto o medio plazo?  

Espero que sí. El sector de la construcción está moviéndose ligeramente. Hemos tocado fondo el año pasado y estamos viendo en el Colegio de Arquitectos que el número de visados está aumentando.

La tendencia ya es alcista, aunque de manera muy relativa. Dentro del sector de la construcción, sin ninguna duda, lo que toca ahora es la rehabilitación.

Tenemos en la ciudad un importante conjunto de edificios con un valor histórico estupendo que están pidiendo a gritos la rehabilitación. Lo están pidiendo a gritos los edificios pero también la ciudad y los ciudadanos.

¿Por qué no se rehabilitan? Porque posiblemente los propietarios de esos edificios y del suelo siguen pensando con la mentalidad de hace quince años, con esa mentalidad de que las ciudades se hacían para los que las vendían, no para los ciudadanos.

Entonces seguimos pensando que el suelo es oro. Vale dinero, pero tenemos que hacer una reflexión profunda sobre eso y realmente dinamizar esos espacios rehabilitando.

No vender este tipo de edificaciones es una carga para el propietario por sus altos costes de mantenimiento, por eso es necesario actuar.

En ese sentido, parece que algo se mueve en la calle Progreso. ¿Es el presagio de una rehabilitación profunda o son solo episodios?  

Hay que ilusionarse porque, de lo contrario, estamos perdidos. Se están haciendo ya algunas actuaciones con licencia, solo falta empezar a construir.

Hay edificios con valor arquitectónico sobre los que hay interés en intervenir, por lo tanto sí que está habiendo unos indicios de que esto puede mejorar. También es cierto que a día de hoy en el Concello de Ourense hay una cantidad importante de proyectos que están esperando a tener licencia municipal desde hace meses.

Por lo tanto, sí que hay iniciativa privada, sí que se quieren hacer cosas pero también necesitamos una administración mucho más operativa, activa y ágil, no lo que tenemos hoy.

Eso es fundamental porque también te genera actividad y dejas esta dejadez y esta falta de ganas de actuar por culpa de una administración que no está funcionando de una manera adecuada. 

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