ECONOMÍA CIUDADANA

El cambio de hora: un debate más allá de los bioritmos y prolongar la luz solar

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En Galicia manteniendo el horario actual en invierno "veríamos" amanecer a las 10 de las mañana a cambio la noche llegaría más tarde. 

Una vez más, con la llegada del fin del verano y quizá por la añoranza de las horas de sol y el deseo de que perduren se abre el debate sobre si es necesario o no el cambio horario. La Comisión Europa este año ha abierto una consulta pública sobre  el uso horario y los cambios de hora que cada invierno toca. El resultado ha sido que la mayor parte de los europeos dicen no al cambio de la hora. La consulta pública, la que mayor número de votantes ha tenido en la historia de Europa, más de cinco millones, han dicho rotundamente que se niegan a tener cambios en el horario de invierno. 

El 80% de los participantes proceden de Alemania, el país que más se ha negado a las modificaciones horarias. Ante estos datos abrumadores el presidente de la Comisión, el señor Junker, ha anunciado que el Parlamento debatirá este invierno el cambio del modelo horario y la posibilidad de no volver a realizar el cambio en invierno. Un Parlamento que en esta legislatura ya ha solicitado un análisis de los efectos de tales cambios, económicos y sociales.

El debate no es menor, ya que implica cambiar el horario de todo el transporte de la zona de Europa, por lo tanto debe haber un acuerdo conjunto de todo el país. El motivo esgrimido es principalmente económico ya que se calcula un ahorro de unos 300 millones de euros en consumo eléctrico, según el Instituto de Diversificación Energética (IDAE), con un 5% del total de consumo en España.

No es una cifra menor pero quizá insuficiente. Si repartimos esa cifra entre los más de 18 millones de hogares de España el importe no parece tan vital. Además, de un estudio de la Comisión Europea se desprende que el cambio de hora tiene impactos positivos sobre el ahorro, pero también sobre el transporte, las comunicaciones, la seguridad vial, las condiciones de trabajo y la forma de vida. Ese fue el motivo principal para empezar este proceso. Allá por el año 1974, y ante la fuerte crisis energética por los elevados precios del petróleo, algunos países decidieron adelantar los relojes para aprovechar mejor la luz del sol. Europa decidió en 1981 generalizar esta medida. Desde la aplicación de la novena directiva, en enero de 2001, el cambio horario se aplica con carácter indefinido y está incorporado al ordenamiento jurídico español por el Real decreto 236/2002 de 1 de marzo.

En contra, los grupos contrarios a este cambio hablan de que no existe un ahorro real de interés desde el punto de vista energético pero si puede haber efectos sobre el sueño de las personas y su salud en general. En el caso gallego el debate tiene un doble impacto ya que realmente nos encontramos en el meridiano que pasa por Lisboa es decir que nuestro efecto sobre el horario acentuaría la diferencia con el resto de España. Un ejemplo manteniendo el horario actual en invierno “veríamos” amanecer a las 10 de las mañana a cambio la noche llegaría más tarde. 

El efecto es evidente: más horas de sol por la tarde puede tener un efecto positivo sobre el comercio o la hostelería pero a la vez puede generar un efecto de ahorro en los hogares al retrasar la llegada al mismo. 

Como ven el problema es complejo pero sobre todo con efectos subjetivos, el modo de vida de cada uno. 

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