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Los efectos de los 300 días de sequía dejan unos mil millones en pérdidas

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La Xunta y la Confederación Hidrográfica Miño-Sil declararon la prealerta por sequía el pasado mes de enero. Desde el mes de enero, y quitando mayo, último con valores significativos  con lluvia, Galicia da muestras de una terrible sequía, la cual está provocando situaciones de dificultad al sector energético, a la agricultura y ganadería y a la industrial forestal, en primera estancia. Además, amenaza en segunda instancia al conjunto de sectores de nuestra economía.

Galicia está en prealerta por sequía y las cifras  son abrumadoras. Según datos del gestor de cuenca de Augas de Galicia, el volumen de agua disponible para Vigo alcanza hasta la fecha del próximo 11 de febrero y la de A Coruña, hasta el 12 de mayo, es decir menos de 100 días. En otras ciudades dependerá de la capacidad de los ríos que la riegan para asegurar su caudal. 

El resultado es una situación de crisis que podemos observar en los jardines y fuentes de las ciudades de Galicia y que ya se empieza a notar en restricciones de consumo de empresas. Ence ya ha recibido la orden de reducir su caudal de uso a la mitad, o el consumo de Begano ya sufre restricciones. Augas do Louro, en Tui, anunció la reducción de un 10 % del consumo en empresas de la comarca, incluido el parque empresarial de O Porriño. 

A la vez, cada ciudadano, tanto el concienciado como el no concienciado con la sequía, está pagando más por el consumo eléctrico, incrementos que serán continuos mientras dure esta situación. Las cifras de los embalses con un volumen embalsado de un 37% en pleno invierno, han hundido la producción hidráulica hasta unos niveles de cifras del año 1990 (725 gigavatios). 

Este dato indica que el peso de la hidráulica este año es de un 7,5% en lo que va de año, lejos del 15% del año anterior, según Red Eléctrica Española. Si a eso le sumamos la falta de viento, el mantenimiento del incremento en el peso de la solar en España, el resultado es un mayor aumento en el gasto de la energía producida y en el coste de las familias. En concreto, el incremento se calcula en unos 100 euros por contador, es decir, por familia o pymes. Y paradójicamente en un mayor nivel de pérdidas para las empresas productoras. En concreto según la patronal Unesa, en más de 700 millones de euros.

Esta situación provoca que la electricidad fruto de la hidráulica se reduzca en el mix energético nacional. España, en este año con un incremento de consumo eléctrico, debe afrontar la reducción de megavatios aportados por la hidráulica, una energía muy barata de producir (la mayor parte de los embalses de España ya están amortizados en parte o en toda su infraestructura; y el agua sigue siendo gratuita en España), y han tenido que ser sustituidos por producciones de electricidad desde otras fuentes de energía, como el caso de origen en carbón o de origen en gas que generan un mayor gasto de producción. 

Ya que tanto la materia prima, carbón y gas, como el propio proceso de producción es mucho más caro que producir electricidad a partir de agua de lluvia y de nieve. Y, además, este año el precio de las materias primas energéticas se ha incrementado de forma generalizada tanto el barril de petróleo, como el gas natural, como el carbón importado. 

EL SECTOR PRIMARIO 
Sin duda, el sector primario es el primer damnificado por esta crisis. De una parte la falta de agua, que se traduce en la necesidad de comprar forraje de otros territorios, a lo que debemos sumar los gastos por falta de agua,  y sus consecuencias: incendios forestales y crisis alimentarias. 

De otro lado, los efectos de condiciones meteorológicas adversas caso de granizos, o heladas, en teoría, fuera de los periodos habituales que han dañado las campañas de vinos, frutos o incluso de la patata. En concreto, y según la estimación del sindicato Unións Agrarias, el importe alcanza la cifra de 130 millones de euros, con especial efecto sobre el sector de producción de carne de Galicia, con cifras cercanas a los 60 millones de pérdidas. 

La suma de incendios más sequía han dejado sin forraje al sector que debe afrontar mayores gastos a nivel de costes por cada res. Para el caso de los cereales las pérdidas medidas por este sindicado alcanza la cifra de 10 millones de euros. La helada se ha llevado por delante unos 12 millones en el sector del cultivo de la vid. Recientemente la recogida de la castaña mostraba unas cifras de recogida de menos de la mitad del total del año anterior. 

En esta retahíla de “desgracias” debemos recordar los efectos de la sequía y la llegada de especies invasoras al sector de la apicultura, con una caída de producción que el sindicato valora en más de seis millones de euros. Por último, el sector ganadero de producción de leche de Galicia valora sus pérdidas en un importe de 4 millones de euros, por la falta de agua y de forraje. Ya que calcula el sindicato Unións Agrarias un incremento por explotación de cinco céntimos por leche producida. 

El otro gran damnificado ha sido el sector forestal. Las pérdidas por incendios forestales fruto, en parte, de la fuerte sequía de Galicia, ha alcanzado la cifra de más de 480 millones de euros de pérdidas, por la merma de rentas futuras y presentes, por la pérdida de servicios ambientales del bosque y los costes de extinción de incendios medios de cada año. En conjunto, los datos muestran una situación de gran dificultad para el rural de Galicia, que sin duda necesita de una profunda reforma.
 

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