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Europa, el eterno proyecto social y su actual papel en el desarrollo de Galicia

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La UE apuesta por el pilar social a la vez que los sueldos bajan en España

Esta semana, además de los acontecimientos en Cataluña, de los que no voy a poner en duda la trascendencia  mediática del momento, ha ocurrido otro hecho de gran importancia para nuestro futuro inmediato:  el discurso del Estado de la Unión. Si ustedes se preguntan qué es eso, les diré que viene siendo un debate donde el presidente de la Unión Europea indica a los europarlamentarios (que estén presentes, el año pasado pudimos asistir hasta a la ausencia de dos tercios a lo largo del debate) los logros conseguidos por la Comisión en el último año y exponer lo que Europa hará en el próximo año o años. En concreto este año se ha presentado la agenda hasta el año 2025. Además, el amigo Juncker, como todo presidente de “renombre”, aprovecha para darnos sus lecciones de futuro y nos propone sus “soluciones innovadoras”. La verdad es que este año ha sido más un recordatorio de deseos pasados, como la unidad fiscal (por cierto que lo proponga el hombre del caso de los acuerdos secretos con multinacionales para pagar solo un 1% en Europa, tiene tela).  

También nos propone un euro para todos los países. Este argumento tampoco es nuevo, es de la época de la creación de la moneda ya en la década de los noventa. Otras “novedades” son la nominación del  Ministro Europeo de Economía y Hacienda. En este caso ya se habló del asunto allá por la década de los ochenta y de la que el Eurogrupo (reunión informal que congrega a los ministros de Economía y Finanzas de los Estados miembros de la Unión Europea cuya moneda es el euro, al presidente del Banco Central Europeo, al Comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, y al propio presidente) todavía se deben estar riendo. 

Vamos, que novedoso con las ideas expuestas no ha sido el buen hombre, por no hablar de sus frases más destacadas en dicho discurso como que “el viento vuelve a hinchar las velas de Europa, pero no avanzaremos si no aprovechamos ese viento”. No se qué pensarán ingleses (Brexit) o polacos (al borde de la suspensión de pertenencia) de dicha afirmación.

Pero, sin duda, la afirmación más atrayente (en mi más que humilde opinión), es la de la recuperación: “Diez años después de que se desencadenara la crisis, la recuperación de la economía es finalmente una realidad. Y, con ella, la de nuestra confianza. Nuestros líderes de la Europa de los Veintisiete, el Parlamento y la Comisión vuelven a poner a Europa en la Unión. Juntos, estamos volviendo a poner unión en nuestra Unión. Debemos trazar el rumbo de cara al futuro”. Bonitas frases en una Europa donde la desigualdad entre estados y entre clases sociales ha ido en aumento a lo largo de la crisis, en especial en el reino de España. 

DISCURSO CON PESO SOCIAL

Con afirmaciones como “en una Unión de iguales, no puede haber trabajadores de segunda clase. Los trabajadores deben percibir la misma retribución por el mismo trabajo en el mismo lugar”, el discurso se ha vuelto social. La verdad es que esta mención es de mucha enjundia en la semana en la que el INE constata que los sueldos reales de los gallegos tienden a la baja a pesar de la recuperación del PIB, de las tasas de empleo, o de los niveles de beneficios de corporaciones y no tan corporaciones. Y cuando se constata que la creación de empleo se centra en el empleo de menos cualificación, mira tú, resulta que con nuestros niveles de fracaso escolar era algo necesario para nuestro futuro… Es que cuando nos ponemos a planificar, cómo somos.

Pero quizá la frase que más me ha hecho pensar es la que afirma que la Unión de Europa “se extiende desde Vigo hasta Varna. Desde España hasta Bulgaria. De este a oeste: Europa debe respirar con ambos pulmones. De otro modo, a nuestro continente le faltará el aire”. Y me he puesto a mirar Eurostat: la renta per cápita de España está en el grupo de los estados miembros con un nivel de capacidad de compra por habitante en torno al 10% por debajo de la media europea, junto con Italia, Irlanda o Chipre, eso sí, por encima de Bulgaria. Aire nos falta, el consumo. 

En fin, que nuestro querido presidente (elegido en las negociaciones de pasillo y cafetería de Estrasburgo) una vez más nos viene a decir a todos los europeos lo que debemos hacer, y una vez más volvemos a manejar las mismas ideas sin compromisos claros de ejecución usando terminos de los europeístas fundadores. 

Aunque, siendo justo, el señor presidente de todos los europeos ha puesto encima de la mesa la propuesta del pilar social, ya veremos qué piensa la canciller alemana del tema. No me malentiendan, soy un ferviente creyente del proyecto europeo, de la Europa unida en su diversidad y con fuertes y claras políticas de cohesión social, pero no en las políticas acomodaticias y oportunistas. Por cierto, les dejo deberes: busquen el video y cuenten cuantos parlamentarios estaban en el momento del debate.  

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