EURO

El fantasma del desempleo

Risk uncertainty and planning a new journey as a businessman walking on a tight rope that getets tangled and shaped as a question mark as a metaphor for confusion at the road ahead as a business concept of finding solutions to change for success.
photo_camera El riesgo de cada futuro laboral es incierto y desconocido.

El empleo tiene muchos beneficios que a los desempleados se les niegan. Desde una dimensión económica o instrumental, el empleo estable proporciona una fuente regular de ingresos.

Hasta hace relativamente poco tiempo, muchas de las personas activas que formaban parte del mercado de trabajo podían tener solamente uno o dos empleos a lo largo de toda su trayectoria profesional. Dejando al margen a los empleados públicos, la mayor parte de estos trabajadores crecieron profesionalmente en una época en la que la lealtad a la empresa y el trabajo duro eran recompensados con una carrera estable. No obstante, el mundo es hoy muy diferente. El mercado laboral ha experimentado una profunda metamorfosis caracterizada por un considerable incremento de la temporalidad, la parcialidad involuntaria y el subempleo. Como consecuencia, ha emergido un sentimiento generalizado de inseguridad laboral ante la percepción de un futuro incierto. Y ha arraigado un miedo en el imaginario colectivo de muchos trabajadores: el relativo a perder el trabajo.

Este temor es completamente racional, no en vano, el empleo tiene muchos beneficios que a los desempleados se les niegan. Desde una dimensión económica o instrumental, el empleo estable proporciona una fuente regular de ingresos. Sin embargo, el salario no es la única función derivada del empleo, sino que también satisface otras de carácter latente de las que proviene su significado psicológico. El trabajo estable, por ejemplo, permite estructurar el tiempo diario, desarrollar una identidad o estatus social, establecer contactos sociales extra-familiares, perseguir metas supraindividuales o participar en una actividad cotidiana. Así, la estabilidad laboral resulta confortable y saludable, en la medida en que garantiza un escenario previsible y relativamente controlable. En cambio, la pérdida involuntaria del empleo implica verse privado traumáticamente de estos beneficios y, de este modo, acarrea un deterioro psicológico insidioso, incluso cuando se dispone de una fuente alternativa de ingresos.

La experiencia del empleo temporal involuntario -forma de contratación predominante en la actualidad-, tiene más rasgos comunes con el desempleo que con el empleo permanente y, por ello, no sólo comporta precariedad laboral, sino también precariedad psicológica. El malestar que provoca la incertidumbre laboral va acompañado de estrés, ansiedad e irritabilidad, y una apreciable reducción de la concentración y del rendimiento. Y, si bien constituye un problema psicológico relevante, carece aún hoy de suficiente relevancia social. Esto se debe fundamentalmente a que la precariedad laboral representa para los gobernantes un mal menor, asumible porque ahuyenta, al menos temporalmente, el fantasma del desempleo.

Te puede interesar