PERSPECTIVAS

La gran paradoja de la economía gallega actual

20170901192305148_result
photo_camera Muchos analistas consideran que la presencia de potentes multinacionales como PSA restan fuerza al reparto equitativo de la renta.

Galicia es una de las comunidades con menor índice de inversión gubernamental

Cuando los datos marco del INE se publican, muchos analistas posan los ojos con detenimiento para analizar la evolución del Producto Interior Bruto por Comunidades Autónomas, especialmente con la cuestión catalana a la vuelta de la esquina. Pero pocos se han parado a estudiar conjuntamente varios índices que nos plantean una paradoja poco corriente en nuestra comunidad.

Y es que Galicia, por cuarto año consecutivo, se sitúa en el top 5 de las economías regionales de España, merced a su poderoso 3,4 % de crecimiento del PIB interno, superior a la media española (3,2 % en el cierre del 2016), tan sólo superado por los archipiélagos (Canarias y Baleares), Madrid y Barcelona. En cuestión de crecimiento en volumen Galicia es uno de los motores del estado.
Pero es que nuestra comunidad deja atrás, superada desde el 2014, a Castilla y León como sexta economía del país, con casi 58.000 millones de euros de PIB, frente a los 55.000 millones castellanos. Galicia afronta estos años con la ambición de situarse en el podium económico, con la vista puesta en el PIB del País Vasco, con 65.000 millones, el puesto inmediatamente anterior. Alcanzar a Andalucía, Valencia, Cataluña y Madrid parecen retos insuperables merced a su población y tamaño.

Así, consolidada una sexta posición en PIB regional, con una economía con un crecimiento bastante superior a la media nacional, y aportando casi el 5,5 % del PIB global español, los gallegos deberían afrontar una situación muy positiva frente a la inestabilidad económica imperante, pues Galicia, como siempre indica su presidente Alberto Núñez Feijoo, jamás pudo presumir de tamaño músculo financiero.
Pero se da la paradoja de que, al observar el reparto de este PIB y en el análisis de renta por habitante, nos encontramos con un notable cambio en las condiciones económicas de la región. Galicia pasa a ser la décimo primera comunidad del ranking, a la cola con 21.358 € por cabeza, muy alejados de 32.723 € de que presume Madrid, a la cabeza de la tabla. Galicia se sitúa en el 87,7 % de la media española, muy por debajo de lo que era de esperar vistos los anteriores datos.

¿Qué pasa en Galicia, entonces?. Muchos analistas consideran que la presencia de potentes multinacionales empresariales (Inditex, Citröen o Nueva Pescanova) restan fuerza al reparto equitativo de la renta, especialmente si desglosamos su relevancia en la economía regional, que depende de estas empresas en porcentajes mucho más elevados que el resto de comunidades autónomas que presentan una mayor tasa de industrialización.

Al respecto, se evidencia un marco empresarial que no logra generar la diversificación suficiente y se concentra cada vez más en imponentes clúster sectoriales, los cuales benefician el crecimiento de la producción bruta a coste controlado y el desarrollo de determinadas ventajas competitivas frente al mercado internacional, al tiempo que la economía gallega se mantiene relativamente alejada respecto a otras oportunidades de crecimiento.
Esta desigualdad manifiesta tiene también su causa en el efecto redistribución del aparato estatal. Galicia es una de las comunidades con menor índice de inversión gubernamental, a pesar de las obras para la conexión gallega del AVE a Madrid, y el saldo es desfavorable, aunque no disponemos del dato al dejar el ejecutivo de publicar las balanzas parciales. En el análisis comparativo entre PIB regional y PIB nacional (el dato más próximo, aunque no exacto), Galicia supera un déficit del 10%, el rango que comparte casi toda la cornisa cantábrica, junto con Asturias y Cantabria.

Finalmente, el análisis de las estadísticas revelan una situación contradictoria que pocos quieren afrontar, a pesar de que los datos son indiscutibles. El crecimiento económico de la comunidad no se filtra al común de la población, atrapada en un rango de renta per cápita impropio que perjudica los niveles de consumo y ahorro, discurriendo paralelamente a los bajos salarios que comparativamente Galicia luce en su haber. Una situación que debe romperse, para iniciar un crecimiento sostenible, para evitar que se desinfle la senda de crecimiento cuando la productividad por bajos salarios y la competencia en precios dejen de ser armas competitivas en el mercado global.

Te puede interesar