Perspectivas

La importancia de comenzar, pero comenzar bien

People discussing a business plan
photo_camera Empresarios discutiendo un plan de empresa.

Lo importante no es arrancar una actividad o empresa cuanto antes. Es prioritario saber y conocer cuál va a ser el régimen fiscal de la actividad empresarial o empresa que se vaya a crear. 
 

Por un error, solemos dejar a un segundo o tercer plano los aspectos administrativos de las empresas, y en concreto el sistema o estructura fiscal que vamos a aplicar. Y es que no son pocos, los sistemas a los que nos podemos acoger, dependiendo de aspectos tan importantes como: el tipo de sociedad a constituir, si desarrollamos una actividad empresarial como autónomos, si habrá o no operaciones internacionales, si estaremos sometidos a un régimen u otro de IVA,… Sin duda la casuística es muy amplia, y para ello es precisa la ayuda de un profesional, que nos guíe por el buen camino. 
Normalmente la importancia que se le da al aspecto fiscal de una empresa en ciernes, se reduce a dos comentarios o estudios previos al arranque de la actividad: 1) ya hablo con fulanito y le pregunto quién le lleva las cuentas y los temas de impuestos 2) ahora abrimos y luego ya sobre la marcha vamos viendo los temas de impuestos. Esto es un grave error, pues dependiendo del régimen fiscal al que nos sometamos desde el origen de nuestra empresa o actividad, luego habrá reducidas posibilidades de cambio, o al menos en el primer o primeros años. 


Este asunto ha formado parte de mi experiencia en los últimos meses donde me he encontrado con dos temas que confirman este error, generado en muchas ocasiones por los emprendedores o autónomos que crean su empresa, al no haber considerado el aspecto fiscal desde el origen. 
El primer caso se trata de una zapatería con artículos de alta gama. Abrió hace un año y medio, como autónomo y con un epígrafe de actividad empresarial (CNAE) de minorista; para resolver sus problemas fiscales, acudió al “sabio” consejo de un amigo que tenía un negocio, nada que ver con el de la zapatería, y este le refirió a su asesor. Pues bien, después de año y medio de actividad, nos encontramos que la empresaria que abrió una zapatería de marcas de lujo, comprada toda la mercancía en Italia; posiblemente por falta de información a su asesor, se encuentra con que en ese tiempo ha pagado una gran cantidad de dinero por el IVA soportado, grabado al tipo del 21% y con un recargo de equivalencia adicional del 5,20%, por lo que durante todos los trimestres que han transcurrido, ha pagado un 26,20% de sus compras a la Hacienda Pública.

Este sistema está correctamente aplicado. Pero ahora se encuentra la autónoma con que, de su inversión inicial de 400.000 euros, no se ha podido deducir nada, y de la ventaja fiscal de este procedimiento, al no tener que liquidar el IVA repercutido, no se ha podido beneficiar, dado que las ventas no han superado el cincuenta por cien de la mercancía comprada, teniendo un alto stock en el almacén. Y es ahora cuando su asesor le indica que habría sido mejor constituir una sociedad limitada desde el principio. Ya que le habría sido más ventajoso a la hora de deducirse la inversión y saldar el IVA. 
Sin duda en este caso ha habido un problema inicial, al no haberse especificado claramente desde el principio el modelo de negocio. Que de haber sido así, se habría identificado la estructura fiscal más idónea, para esa actividad. 


El segundo caso se trata de un pequeño entramado de empresas familiares. Una empresa dedicada al sector de las publicaciones, se encuentra ahora en una situación difícil en su tesorería. Al ver las posibilidades de deshacerse o cerrar alguna de las sociedades limitadas que se han constituido a lo largo de los años, para “solucionar” los problemas de tesorería de años anteriores, se encuentran con que hay deudas y créditos por operaciones vinculadas, que en su momento fueron ficticias y no generaron en ningún caso movimientos monetarios. Ahora se topan con el problema que al aflorar esas operaciones, deberán de tributar por ellas con el consiguiente gasto no estimado en el origen de las operaciones. En este caso, la creación de una sociedad limitada para cada actividad nueva u operación que se generaba en el seno empresarial de la familia, con el tiempo, no parece haber sido la solución más adecuada. 


Estos dos casos, nos demuestran las consecuencias que puede tener una decisión errónea, tomada desde el principio de la actividad de una empresa. Por lo que se pone de manifiesto que dentro del análisis de viabilidad es imprescindible dedicarle una buena cantidad de dedicación de horas y análisis a los efectos fiscales que podrá llevar una estructura u otra. 


En contrapartida, hay que tener en cuenta que lo importante antes de empezar una actividad empresarial, es tener muy claramente identificado el modelo de negocio, y a donde queremos llegar. Dado que el arranque supone de inmediato, unas obligaciones fiscales que inicialmente generarán unos desembolsos de dinero que en ocasiones no disponemos de ellos o su generación se retrasará en el corto plazo. Tal es un caso reciente que he visto de una asociación, que todavía no teniendo claro cuál va a ser la actividad empresarial implícita que quiere desarrollar, para el logro de sus objetivos; está preocupada por constituir algún tipo especial de sociedad, cuando inicialmente podría funcionar como asociación para el desarrollo de una actividad empresarial. Y es que tenemos que darnos cuenta que no podemos ir cambiando de modelo cada tres meses. De ahí la importancia de arrancar nuestra actividad empresarial con el modelo correcto desde el principio. Mereciendo la pena dedicar el tiempo necesario al análisis conjunto entre el modelo de negocio y la estructura fiscal idónea. 


Para todo esto debemos considerar y tener en presente que el mercado cuenta con una gran gama de profesionales en la asesoría fiscal así como en la gestión fiscal. Que si bien en la mayoría de las ocasiones se ubican en el mismo despacho, no tiene que ser así. Ya que el mundo de la fiscalidad se ha complicado y ampliado tanto en los últimos años y, por lo tanto, estos profesionales están teniendo a la especialización. Es por ello que debemos de identificar al profesional adecuado a nuestras necesidades y objetivos. 


En definitiva, que cuando vamos a comenzar una actividad empresarial, o constituir una empresa debemos de dedicarle un tiempo importante, antes de arrancar a los temas administrativos y en concreto a los fiscales, y para ello deberíamos de considerar los siguientes puntos: 
• Definir claramente nuestro modelo de negocio, que no es lo mismo que la actividad que vamos a desarrollar. Una cosa es montar una zapatería, la actividad. Una zapatería con zapatos de lujo italiano para rentas altas, el modelo de negocio. 
• Antes de abrir o arrancar nuestra actividad, tener claro cuál va a ser la repercusión fiscal que se generará en nuestra tesorería. Evitando de esta manera los sustos de última hora o las sorpresas. 
• Identificar al asesor fiscal adecuado. Para ello deberemos de consultar previamente a varios profesionales, especificándoles muy bien qué es lo que queremos hacer y nuestro modelo de negocio, para que nos indiquen según su criterio las ventajas e inconvenientes de cada propuesta de modelo de estructura fiscal. Recordar que el campo de la fiscalidad es muy amplio y existen asesores fiscales especializados para los diferentes modelos de negocio o tipología de empresas.

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