CRISIS SILENCIOSA

La industria vuelve a estar de moda y se convierte en el gran sector de apuesta del gobierno de Galicia

INDUSTRIA
photo_camera El sector industrial en Galicia crea 165 mil empleos.

La Xunta apuesta por que la industria represente el 20% del PIB y del 20% del empleo gallego

Esta semana el Diario Oficial de Galicia ha publicado la nueva ley de atracción de inversiones a Galicia haciendo un especial hincapié en el desarrollo y fomento del sector industrial gallego, ya que la apuesta en Galicia es que el sector industrial represente el 20% del PIB en el 2020. Es decir, el objetivo de la Xunta sería recuperar más de seis puntos sobre el PIB hasta el citado plazo. 

La verdad, de las lecciones aprendidas de la crisis del 2008 y de las anteriores, es que la industria suele resistir mejor las crisis que otros sectores y además suele ser tener capacidad de generar riqueza en los territorios de acogida. Obvio, si tenemos en cuenta la importancia de multinacionales como el grupo PSA y su influencia en Vigo y el sur gallego. 

Conseguir que la industria fluya con facilidad por las venas de los parques empresariales gallegos debe conseguirse mediante la superación de una serie de barreras y dificultades propias del tejido y de la idiosincrasia gallega. 

El primer gran pecado de esta tierra es el tamaño de las empresas. Sus dimensiones es un factor determinante para que la empresa pueda afrontar retos como la internacionalización de su negocio o de aumentar las ventas. El tamaño medio de las empresas del sector industrial gallego no supera los diez empleados en la actualidad. Esto condiciona la capacidad de endeudarse o de afrontar deudas y de forma asociada, la capacidad de inversión. (Lección: la financiación comercial no permite lanzar acciones de inversión). 

El segundo pecado es la inversión. Todavía se deben hacer más los deberes, tanto en generación de capital inversor local como de capital inversor extranjero. No tenemos un sector altamente endeudado, pero a la vez no es gran generador de inversiones. 

Además, la tendencia de la actividad da muestra de retrocesos. Según la FEG entre el 2000 y el 2015 “se registró en Galicia una creciente terciarización de la economía (mayor peso de los servicios) y que trajo aparejada una pérdida de producción material”. El problema de este fenómeno es que Galicia se puede convertir en una economía dependiente de otros centros fabriles. Además  de las diferencias salariales y de derechos laborales entre los convenios de los sectores industriales y comerciales que puede llevar a un empeoramiento de los datos de renta y de niveles de capacidad de compra de las familias gallegas. 

CÓMO ACTUAR

El desarrollo de este nuevo modelo productivo exige la puesta en marcha de varios cambios, uno podríamos afirmar que ya está en marcha, que es el cambio en el mercado internacional donde Galicia crece año a año. Una cifra que solo en los cinco primeros meses del año alcanza los 9.000 millones de euros. Y que se prevé un incremento para el año que viene de un 5,7% sobre los datos record de este año.

Pero, sin duda, el empleo es el caballo de batalla de este sector. El deseo del gobierno gallego es que la industria sea el centro del motor del empleo de Galicia. Actualmente del más de un millón de ocupados que tiene Galicia, 165.000 lo están en la industria, lo que equivale a un 16 % del total de la población activa. Un dato que se debe destacar es que ya está dos puntos por encima de la media nacional, según los datos refrendados por la encuesta de población activa (EPA). 

La consolidación del ansiado cambio de modelo productivo debe pasar por el desarrollo del empleo industrial. Pero este proyecto todavía debe afrontar retos de gran importancia. Miremos a nuestro alrededor. Un referente de interés en el mundo industrial lo podemos encontrar en el País Vasco, un territorio conocido por su peso y tipo de empresas industriales. En dicho territorio el 23% de los empleados están ocupados en el gremio. Es decir, unos 205.000 empleados (70.000 más que en Galicia) y con un objetivo por parte del gobierno vasco de alcanzar un 25% de peso en el PIB vasco en el año 2020. ¿Cuál es la clave allí? Su capacidad de internacionalización, de atraer inversión nacional e internacional y sobre todo la innovación y la apuesta por la I+D. 

Por tanto, para el éxito de la industria ya tenemos una serie de patas de la silla, pero quizá para construir un sector con fuertes pilares futuros nos falte una pata clave: la apuesta por la innovación. Eso sí, una apuesta por la I+D en las naves de cada empresa y no en proyectos trazados en papel que nacen y se reproducen solo con dinero público.

La investigación y el desarrollo debe superar las cifras del 1,5,% del PIB, como es el caso de los territorios ejemplo de I+D mundial. Y, en general, la gran receta es apostar por el desarrollo del valor añadido de la industria ya no solo transformando recursos naturales sino también apostando por valores de sectores de gran valor añadido como farmacia, electrónica, o las tecnologías de la información y la comunicación.

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