Este producto podría ser uno de los revitalizantes de los montes del interior de Galicia, pero debe asumir un profundo proceso de profesionalización
Cómo está el sector en estos momentos en Galicia?
En estos momentos estamos en un proceso de cambio. Llevamos ya varios años trabajando para buscar unos cánones que nos permitan tener un producto controlado y de mejor calidad dentro de las 81 variedades que tenemos protegidas. Hemos seleccionado ocho, que son las que está subvencionando la Xunta para que se puedan plantar y para tener las variedades más interesantes desde el punto de vista económico y comercial promocionar.
¿Qué medidas son las más urgentes entonces?
Tenemos que conseguir una producción más profesional, más homogénea y de más calidad, con un mayor valor añadido, con variedades de mayor precio y con alta capacidad de comercialización. Tenemos carencias de producción de ese tipo. Lo que teníamos estaba bien hasta hace unos años pero ahora esos parámetros ya no valen porque la castaña va a otros mercados que son mucho más exigentes.
Es, además, un producto de consumo muy limitado en el tiempo.
Efectivamente, a lo largo del año se consume poca porque se concentra en el magosto y de forma muy local. En otros países se consume de forma habitual durante todo el año, pero aquí no. En esa dirección tenemos mucho que hacer.
Pero la castaña es muy rentable.
Evidentemente, la castaña es un sector rentable. En los años de crisis llegó a alcanzar precios históricos, justamente cuanto otros productos habían bajado. La castaña es deficitaria en Europa, se consume más de la que se produce, lo mismo pasa en otros lugares del mundo. ¿Qué tenemos que buscar entonces? Una castaña de calidad y que sea rentable. Eso es lo que estamos haciendo y los datos que estamos manejando demuestran una alta rentabilidad. Hasta el momento, sin ningún tipo de ayudas, el sector ha sobrevivido durante muchos años.
Está incorporándose gente nueva al sector? Hay nuevas plantaciones?
Al menos es lo que se intenta. Con las nuevas plantaciones que se están promoviendo, lo que se pretende es que se profesionalice el sector, ya que lo anterior estaba plantado de otra forma y para su momento estaba bien, pero ahora se requieren otras formas. Uno de los problemas que tiene el sector es que está envejecido, que ha cultivado una mezcla de productos muy importante y lo que intentamos es copiar un poco lo que se hace en otros países como Italia, Portugal o Francia donde hay mucha gente que profesionalmente vive de la castaña. En la mayoría de Galicia es un complemento económico a otras actividades, pero debemos tender a que la mayoría de la gente pueda vivir dignamente del producto. La castaña ya revitaliza el medio rural.
¿Dónde está el mercado natural de la castaña gallega?
El 90% sale fuera de Galicia y nuestro producto sale en estos momentos a más de 27 países. Estamos hablando que va a Estados Unidos, Francia, Alemania, Bégica, Suiza o incluso Japón, Canadá o México.
¿No le falta completar el ciclo de la transformación para que todo el valor añadido se quede en Galicia?
Este sector empezó las cosas por arriba. Tenemos las mejores industrias que hay en Europa, tenemos empresas de transformación, de pelado de castaña que están a la vanguardia europea, tenemos fábricas de todo tipo de productos como marron glacé, las castañas en almíbar, harinas de castaña, etcétera. En ese aspecto Galicia es puntera pero donde tenemos que trabajar más es en el abastecimiento de producto y en su consumo en Galicia y en España ya que se consume muy poco producto transformado.
¿Están trabajando con la administración para recuperar los cultivos que han quedado abandonados?
Lo primero que hicimos fue analizar la situación y crear la Indicación Geográfica Protegida, que es la única de castaña en toda España, lo que nos ha permitido organizar el sector como pasó en el vino y otros productos. Nos hemos centrado en la producción y hemos involucrado a las administraciones y a los centros de investigación para identificar lo que necesitábamos. Estamos presionando a la administración central para que actúe contra la avispilla, que nos afecta y estamos trabajando para hacer las cosas bien después de muchos años sin ese ritmo.
¿Es el minifundismo un problema?
A veces le hemos echado la culpa a la dimensión de las explotaciones, pero hay muchísima tierra abandonada que es susceptible de que se le planten castaños y sigue sin que nadie se preocupe. Ese es un síntoma de que las cosas no están bien organizadas.
