CON PRIMA DE RIESGO

Los matices de la educación: civismo, fracaso escolar o ascenso social

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photo_camera 20% de fracaso escolar en España

El Estado prevé aumentar el gasto en Defensa pero no en Educación en la misma proporción 

Un amigo a su vuelta de las vacaciones en Japón me comentaba el exceso de buenos modales reinante en el país. Como anécdota me contó que mientras disfrutaba del ambiente local en una de las múltiples calles comerciales le sorprendió ver como caía de un edificio un móvil, concretamente desde una de sus ventanas. No le pasó nada a él, pero el móvil quedó totalmente destrozado. Su propietario se dio cuenta del incidente y salió rápidamente a la calle para hacerse cargo de la situación. La anécdota quedaría ahí si no fuese por la necesidad profunda y sincera del propietario en manifestar su desazón con interminables y  gimnásticas reverencias a mi amigo. Los gestos tenían que ver más con la posibilidad de que a mi amigo le sucediese algo que con la contrariedad por haber perdido su terminal móvil

Que el país nipón es un ejemplo en buenos modales, tolerancia, limpieza o el respeto a las personas y a la naturaleza es una certeza, pero la duda surge  cuando nos planteamos, ¿y por qué no lo somos nosotros? Nosotros no, no lo somos. Bastaría con salir a pasear a la calle y observarla, cualquiera, en cualquier ciudad, observará suciedad,  ruido o malos hábitos en la conducta de quienes la habitamos y transitamos.

El civismo entendido por el respeto a los demás y a la sociedad en general “sufre” diariamente con nuestras acciones. Un ejemplo es como criticamos la corrupción política (que debe ser criticada) pero al mismo tiempo sisamos en nuestra declaración de la renta o mentimos un poco en los resultados para evitar mayores pagos. Ahora España recauda la mitad por el impuesto de Sociedades que antes de la crisis, a pesar del  aumento de beneficios. Sin impuestos recaudados no podremos avanzar. 

La crisis es la explicación de muchas cosas, pero no de la falta de civismo y de educación.  El fracaso del sistema educativo viene de lejos, desde la añorada EGB, los gobiernos han intentado mejorar el sistema sin éxito. La crisis, eso sí,  ha agudizado el problema  del fracaso escolar y de la vulnerabilidad ante la pobreza. España tiene una tasa de fracaso escolar en torno al 23%, que se une al 20% de abandono, las más altas de Europa y en cuanto a la pobreza infantil estamos anclados en un vergonzoso 40%, según el estudio internacional de Unicef de 2017. A ello debemos aunar el dato de la tasa de paro juvenil que ronda el 46%, aunque es un  20 % menor que hace dos años. 

El binomio pobreza y fracaso escolar es una combinación maldita en este país. Donde el sistema de educación gratuita y obligatoria no garantiza que la educación sea equitativa y de calidad. Aun así la educación, como decía  el anuncio de cierta marca “sueca” de muebles, es  un acto de todos alrededor de una mesa. El entorno familiar, las conversaciones, los actos, las actividades en familia marca los intereses de los hijos y sus deseos educativos. La educación no es la solución a todo pero sí puede ser el  medio de muchas de ellas. Garantizar un buen acceso a calidad educativa es una buena inversión para un país, tanto para formar a sus futuros trabajadores, dirigentes, o simplemente es un remedio para el paro. Invertir en educación es un medio necesario e imprescindible para un pais en reconstrucción.  

 ¿Cuál sería el cambio más importante que se podría producir en nuestra economía para solucionar los principales problemas y conseguir una sociedad más prospera? La respuesta es bastante evidente: nuestra mentalidad.

EDUCACIÓN Y ECONOMÍA

El factor más determinante que mueve la economía es la prosperidad sin lugar a duda y se consigue con un frente común. En ello se basan los economistas y filósofos políticos, pero a la hora de la verdad lo que mueve el mundo son los hombres y mujeres prácticos, aquellos que libres de influencias  ejercen una ciudadanía consciente, aunque determinada indiscutiblemente por los trastornos y conflictos que manda el orden del día.  Esos hombres y mujeres deben ser construidos  alrededor de una sociedad y una educación excelente. 

Aun así la educación, que debe ser un derecho, no te convierte de forma directa en un respetuoso ciudadano  ya que en este país la educación y el nivel de formación puede llegar a ser un problema para la búsqueda de empleo, el reconocimiento laboral, el derecho al ascenso o el aprovechamiento de una oportunidad .  En este pais de incívicos la escalera social por motivos de éxito de empresarial suele estar “estropeada” para unos y   ser automática para otros.  Un dato para su reflexión: El Estado destina el 0,7 % del PIB a educación, y un 0,9% a defensa. A la vez se anuncia un incremento del gasto militar en un 2% pero no existe ese anuncio para la educación. En fin, recuerden la educación y el civismo ni la pobreza se los podrán quitar. 

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