ÁGORA ECONÓMICA

Mercados pendientes de la mantequilla, la moneda y la inflación

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Esta semana se ha producido una avalancha de resultados semestrales de las principales empresas españolas en un contexto de aceleración de crecimiento del PIB en nuestro país y una normalización, cuando menos aparente, de los riesgos políticos a escala europea

Todo pinta mejor en términos globales que escaso tiempo atrás o cuando menos se vive una situación de calma chicha. Las empresas volcadas en el mercado nacional, incluidos los bancos, han remontado en bolsa y presentan en general buenas perspectivas, en paralelo a un crecimiento del 0,9% de la economía española entre abril y junio, una décima más que en el trimestre anterior y la tasa trimestral más alta desde el tercer trimestre de 2015, según el avance de datos de la Contabilidad Nacional Trimestral publicado este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE). 

Las empresas energéticas han presentado un comportamiento dispar, pero con un buen tono en general, sobre todo las eléctricas. Incluso la petrolera Repsol, a pesar de las dudas sobre el precio del petróleo, ha presentado unos resultados que han mejorado las expectativas. A propósito del petróleo, el consejero delegado de Shell, Ben Van Beurden, ha advertido que los precios del crudo no volverán a los niveles de 2014 y que tiene que adaptarse a una cotización de 50 dólares, señalando como un probable pico de consumo en 2030, dando paso a partir de ahí a una sustitución acelerada de los combustibles fósiles por otras fuentes de energía. Así, a pesar del impás estratégico que supone el abandono de estados Unidos del Acuerdo de París para reducción de emisiones, la apuesta por fuentes de energía alternativas es imparable y muchas empresas como la recién fusionada Siemens-Gamesa, dedicada principalmente a la fabricación de aerogeneradores para el sector de la energía eólica, tienen buena proyección más allá de los decepcionantes resultados de este último trimestre para esta firma en concreto y otras vinculadas de una u otra manera al sector de energías alternativas en un mercado cada vez más competido.   Así, se da por hecho que el precio del petróleo no aumentará ni mucho menos hasta los niveles alcanzados hasta hace bien poco tiempo, cuando nos tenía acostumbrado a cotizar el barril por encima de los 100 dólares, y previsiblemente no alcanzará siquiera cotizaciones por encima de los 60 dólares en el corto plazo, pudiendo bajar hasta el precio soporte de los 40 dólares (Actualmente fluctúa en un intervalo cercano a los 50 dólares). Este factor es clave para las previsiones de la inflación y por ende de los tipos de interés. En el mundo hay todavía un exceso de ahorro, el consumo no crece como en otras épocas expansivas (lastrado por los bajos salarios a nivel global y especialmente en economías muy afectadas por la pasada crisis como España) y las políticas monetarias expansivas aplicadas por los bancos centrales de Estados Unidos y Europa para contrarrestar la crisis se van a retirar de forma muy lenta y cauta con relación a lo previsto.

Este panorama de tipos de interés bajos durante mucho tiempo supone un contrapeso negativo al despegue de los bancos españoles en un contexto de recuperación macroeconómica que estimula la concesión de crédito y las inversiones por el lado del activo. Por esta razón, la reducción de costes seguirá marcando la agenda de las entidades financieras en territorio español, mientras que los grandes grupos como el Santander y el BBVA permanecen también muy atentos a la evolución de los mercados emergentes en los que mantienen posiciones significativas. Tal es el caso de Brasil, donde no sólo los bancos sino muchas empresas españolas como Telefónica se han visto beneficiadas de la mejoría de los datos económicos del país. Por lo demás, el panorama empresarial, sobre todo en lo que se refiere a las empresas industriales y más internacionalizadas, cuyos resultados han sido muy desiguales en el segundo trimestre del año, está condicionado por la evolución del dólar y su cambio con el euro. La subida del euro de los últimos meses ha enfriado los ánimos y restado optimismo a las bolsas europeas, que ven la amenaza de pérdida de competitividad que supondría remontar el valor de la moneda comunitaria hasta cambios superiores a los 1,2 dólares por euro. Actualmente cotiza a 1,17, tras haber estado a tan solo cuatro centésimas de la paridad a principios de año.  Una de las obsesiones de Donald Trump es contrarrestar el, según sus palabras, excesivo e inaceptable superávit comercial de Alemania y China con respecto a Estados Unidos, por lo que ahora acepta de buen grado el tono precavido de los mensajes de la FED sobre las subidas previstas para este año en tipos de interés, Postergar la subida de tipos o simplemente insinuarlo supone un impacto beneficioso para la industria nacional americana a través del tipo de cambio con la depreciación de la divisa verde y la consiguiente mejora de la competitividad. 

En este sentido, el déficit comercial de EE.UU también condiciona la puesta en marcha de los anunciados planes de gasto en infraestructuras y rebajas de impuestos que Donald Trump había anunciado en época electoral, siendo estos programas de estímulo fiscal otro de los factores clave para que las bolsas a nivel mundial se animen con nuevas subidas generalizadas. Pero EE.UU. no puede tirar por si solo con estímulos fiscales mientras Europa y China exportan deflación y mantienen salarios bajos, porque profundizaría en los desequilibrios de las cuentas comerciales de EE.UU. en paralelo a una fuerte subida del dólar. 

Por esta razón Donald Trump exhorta al gasto en otras latitudes, con dardos directos a China y, sobre todo Alemania, y si puede ser en partidas militares mejor que mejor para sus intereses. En lo que refiere al gasto, también se vería afectado positivamente el tejido empresarial español si es Alemania la que pisa el acelerador en inversiones de infraestructuras, dado el poco margen de los endeudados países del sur del continente. Una disyuntiva que en cuanto al tipo de gasto podríamos simplificar  adaptando el ejemplo muy usado en economía, de la elección a partir de unos recursos limitados entre cañones (en este caso armamento) o mantequilla (infraestructuras y políticas sociales), aprovechando para terminar con una anécdota en lo que a mantequilla se refiere. Europa tiene un problema con este producto. Desde hace relativamente poco se ha puesto de moda y su consumo ha crecido exponencialmente, hasta tal punto que las existencias están bajo mínimos en el continente. La oferta no ha sido capaz de absorber la inesperada fuerza de la demanda a pesar del disparatado aumento de precios. Quien lo iba a decir. Al margen del ejemplo literal, siempre es mejor invertir en mantequilla, con los mercados a la espera de la evolución de la demanda y los estímulos fiscales.

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