ECONOMÍA CIUDADANA

La moda, un sector suntuario a la búsqueda de nuevos modos

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El volumen de importaciones de maquinaria textil y de confección ha sido de un 38% en 2014 y de un 25% en 2015.

La moda es un buen barómetro de  la actividad económica de un país. Hoy, por fin, esta poderosa industira en España, se levanta de una caída letal.  El año 2015, ha sido el año de inflexión de este sector, tras un gran tunel oscuro, trazado a mordiscos, por la bestia de la crisis económica.  El sector moda, revive, mostrándonos el latido de la actividad económica, que comienza a ser fuerte y continuado. Mirando atrás, hemos visto con desolación, como miles de talleres desaparecieron por la competencia en precios; algunas voces críticas lo achacan a que no se daba un servicio adecuado en ellos. Pero hoy, vivimos una transformación. En un clima empresarial favorable ayudado por la mejora de la financiación, traducido en la puesta en marcha de proyectos de inversión en empresas que  se habían quedado paralizadas ante el terror de la crisis.

El volumen de importaciones de maquinaria textil y de confección ha sido de un 38% en 2014 y de un 25% en 2015. Así, es muy reseñable y significativo por su dimensión ecológica y humana, la apuesta por la sostenibilidad. Han crecido y mucho las inversiones dirigidas a actividades de lógística y de conquista de mejoras organizativas tan importantes y clave en las empresas. Nacen nuevas perspectivas, porque las mentalidades han cambiado y las empresas de tamaño pequeño y mediano han encontrado su  fórmula de supervivencia. Éstas no cuentan con tantos recursos para comprar lejos por lo que optan por dar mayor importancia, progresivamente, a dos factores clave para diferenciarse de  los gigantes del sector, creyendo en sí mismas y poniendo toda la carne en el asador, en el producto y en la marca. Mejorar la sensibilidad medioambiental y social del consumidor, incidir en su humanización, gran revulsivo en  un mundo patológicamente tan mecanizado abocado a la esterilización productiva a largo plazo, y  al tiempo potenciar la cooperación entre todos los actores de la cadena de valor, es el gran reto.  Hoy día el cliente no es el que era, porque la vida no es como hace veinte años, y jamás volverá a serlo,  tiene otras características.

Vivimos en un mundo de  grandes turbulencias, con gustos cambiantes, con una población armada de una tecnología que le da fácil acceso a lo que necesita, aunque también es cierto que le crea necesidades y le esclaviza asimismo; pero este es nuestro presente real, guste o no. Los comerciantes ya no podrán tener sólo dos colecciones al año, deben aprender de las grandes cadenas con mucha rotación, que le mandan al cliente el mensaje de que si no acude de inmediato, pierde su oportunidad. Vivimos en la vorágine constante, eso también nos provoca una gran vulnerabilidad.  

La moda son los modos, un reflejo del sentir social, de la cultura, con todas sus ramas económicas y sociales que manifiestan una identidad, es  lo que somos y como nos expresamos; es nuestro modo de comunicación, nuestro ser profundo, que sale al exterior. Nos vestimos como somos, como corsé o como bandera de liberación. Es una industria, pero también es un arte y un sentir. La industria de la moda, mira, olfatea, indaga, un mercado donde  es la gente, quien marca, y quien decide; y la industria sólo apunta lo que ve, y lo ofrece. La moda al fin,  la marca el fluir social, por eso es tan  revolucionaria. 

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