EURO

¿Qué nos deparará, en clave económica, el 2015?

A red "?" stands out in a dark background of gray "2015" receding into the distance
photo_camera 2015.

La deuda pública, ronda el 100% del PIB, o dicho de otra forma, casi 22.000 euros por cada habitante

Desde ver la botella medio llena o medio vacía. Este símil nos permite señalar como, dependiendo de quién valore la situación, las previsiones económicas para 2015 presentan una amplia variabilidad. Así, resulta más que evidente que desde el Ejecutivo Central se estén utilizando los resultados de algunos indicadores económicos como reflejo de la efectividad de las políticas económicas, principalmente la reforma laboral, del sistema financiero y los ajustes presupuestarios. A la tríada anterior hay que añadir la reforma fiscal que vendrá con las campanadas de año nuevo.

Los grandes agregados económicos parecen mostrar como algunas de estas medidas han permitido cierto efecto macroeconómico, ya que la mejora microeconómica, si finalmente, llega a los ciudadanos, va a tardar bastante más.

¿Qué nos va a deparar a corto plazo la economía? En las últimas semanas hemos asistido a un baile de cifras en torno a la tasa de crecimiento del PIB español para 2014, junto con previsiones para 2015. Así, el Gobierno de España, por cierto, el más optimista con las estimaciones, augura que durante 2015, nuestro PIB crecerá en torno al 2%, y que se alcanzará un déficit público del 4,2% del PIB. Sin embargo, las proyecciones comunitarias reducen al crecimiento del PIB a un 1,7%, mientras que el déficit se va a situar en un 4,6% del PIB.

El principal problema de la economía española es, sin duda, el desempleo. No debemos olvidar que la tasa de paro en España es del 25%, ascendiendo al 54% para el colectivo juvenil. Además, es más que probable que hasta 2017 la tasa no baje del 22%.  Por lo tanto, nos esperan todavía bastantes años de “travesía del desierto”. Además, el problema del desempleo en España se ha enquistado, sobre todo el paro de larga duración, lo que ha convertido al desempleo en una rémora para el crecimiento económico. Según el Servicio de Estudios del BBVA, el 70% del desempleo actual debe considerarse estructural y, en consecuencia, es muy complicada su reducción.

El segundo gran problema es la deuda pública, que ronda el 100% del PIB, o dicho de otra forma, cada habitante debe casi 22.000 euros. Según el Plan Presupuestario para 2014 de las Administraciones Públicas, habrá que esperar a 2016 para comprobar una caída de la deuda. En la actualidad España está emitiendo deuda para poder cubrir parte del gasto corriente, por la escasez de ingresos, algo nada recomendable.

En tercer lugar, no hay alternativa a nuestra fuerte dependencia de financiación externa. Es cierto es que los intereses que se están pagando por pedir prestado son mucho más bajos que hace años, pero no se puede seguir endeudando a las generaciones futuras. Las cifras son preocupantes. En los Presupuestos Generales del Estado para 2015 se estima una dotación global para esta partida del 11,2% del gasto financiero y el 8,06% del total del presupuesto, es decir 35.500 millones de euros, lo que comparativamente supone 3,7 veces el presupuesto global de la comunidad autónoma de Galicia en 2013. Esta situación se agrava cuando se tiene en cuenta que, en 2008, el monto destinado al pago de la deuda era de 13.300 millones de euros y, todo a pesar de la política de recortes en educación, sanidad y dependencia.

En cuarto lugar, no se tiene “un plan b” que reemplace al sector de la construcción y que permita mejorar la economía. Estamos intentando salir del túnel, pero no se sabe todavía qué sector va a ser el responsable de este “milagro económico”.

En quinto lugar, el Índice de Precios al Consumo (IPC) lleva varios meses decreciendo, con el fantasma de la deflación a las puertas, lo que puede frenar el consumo y la inversión, con el consiguiente efecto sobre la demanda agregada. Hubiera sido mejor contar con una ligera tasa de inflación, porque si entramos en deflación (papeletas no nos falta) la situación cambiará para peor. Lo realmente importante es que España incremente su productividad por ser más competitiva, pero no que sea más competitiva por la deflación. Además, esa competitividad española por la deflación es transitoria, ya si el resto de la zona euro entra en deflación, esta ventaja se acabará diluyendo, al igual que paso con las bajadas de salarios y la capacidad exportadora de la economía española.

En sexto lugar, la economía española se está alejando de la senda de convergencia europea. En 2008, la renta media per cápita en España era el 79,8% de la alemana. En 2013, tras la fuerte reducción salarial, ese ratio supone el 67%. Se han perdido, por lo tanto 13 puntos porcentuales en términos de renta comparada.

En séptimo lugar, hay que tener muy en cuenta que la economía española está claramente condicionada por el comportamiento de la demanda exterior. Las compras de productos españoles desde Francia, Alemania e Italia suponen la mayor parte de nuestras exportaciones y todos sabemos los problemas de crecimiento que están teniendo estas economías. Los efectos sobre la demanda de productos españoles no se van a hacer esperar, debilitando aún más nuestra balanza comercial.

En octavo lugar, si se cumplen las previsiones internacionales, es más que sea necesario un nuevo ajuste presupuestario, puesto que cuadro macroeconómico con el que se elaboran los presupuestos, no se va a cumplir. Si el PIB no crece a una tasa del 2% o superior, o si el paro no baja del 22%, es más que probable que sigan los recortes. Si a lo anterior se une la nueva reforma fiscal, que promete una rebaja de impuestos, veremos cómo se consigue el objetivo de déficit. No es posible hacer más con menos. Las cuentas no salen.

En noveno lugar, mucho cuidado con hacer cierto tipo de comparaciones. Tal y como se le explica a los estudiantes, cuando un indicador económico registra un mal comportamiento, cualquier mejora, por pequeña que sea, implica un crecimiento significativo. Por lo tanto, no debemos aferrarnos a únicamente a la tasa de crecimiento de las variables, sino hay que ver como estábamos y cuál es el aumento en términos absolutos.

Finalmente, un aviso para navegantes. El Fondo Monetario Internacional (FMI) que suele ser generoso con las estimaciones económicas de aquellos países que han seguido sus directrices (no hay duda que España ha sido un alumno aventajado) considera que durante 2015 nuestra economía sólo se van a crear 130.000 nuevos empleos (de la calidad del empleo no dice nada). Además, esta institución ha reclamado nuevas actuaciones económicas en la línea de reducir la deuda del sector privado, mayor flexibilización del mercado laboral, una subida de los impuestos indirectos y a una rebaja de las cotizaciones sociales. Veremos como acaba todo esto.

Quizás el camino para la recuperación comience a verse a lo lejos, pero desde luego ni es tan evidente, ni tan rápido, como algunos quieren mostrar. La ansiada recuperación económica española es algo todavía muy tenue y todavía es muy pronto para hablar de solidez.

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