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Las nuevas tecnologías y el empleo: un repaso por las teorías de Isaac Asimov

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Los robots trabajarán por nosotros, pero en esta cuarta revolución van a generar grandes desigualdades

Una vez más la realidad supera a la ficción. Isaac Asimov, el rey de la ciencia ficción, estableció tres normas básicas de la ley de la robótica. Aparecidas por primera vez en el relato “Runaround” (1942), establecen lo siguiente: “Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño”; “Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la primera ley; Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o la segunda ley.

Por desgracia, salvo que se incluya en la segunda orden, Asimov se olvidó del derecho al trabajo del ser humano como valor de obtención de riqueza individual y de reconocimiento social. 

Las nuevas tecnologías que tenemos ya a nuestro alcance generan una nueva revolución industrial, la cuarta según los expertos en la materia. Como en todas las anteriores está provocando un cambio en los medios de producción y en el consumo de los recursos. En especial del recurso de mano de obra que está siendo sustituido de forma elevada por máquinas y robots capaces de hacer tareas de forma eficiente y acelerada, sin exigencias sindicales, días de descanso o la “locura” de las vacaciones. 

Este cambio sustancial en este momento está afectando a los trabajos repetitivos, fácilmente mecanizados, pero cada vez más a trabajos de mayor cualificación. Se salvan los trabajos altamente cualificados, al menos de momento, ya que ya veremos hasta dónde llega o pueda llegar la denominada realidad virtual, tan presente en nuestro lenguaje últimamente. 

Algunos estudios hablan de que ya la tecnología puede sustituir en cuatro o cinco años a la mitad de los puestos de trabajo existentes. Lo que es indiscutible es que el avance tecnológico supone ya una alteración del mercado de trabajo concebido bajo la perspectiva de los últimos tiempos.

Esta situación puede poner en peligro una gran cantidad de puestos de trabajo que ahonden en el grave problema del paro estructural. Aquel perfil de parados que tienen dificultades para encontrar trabajo de forma habitual por su grado de obsolescencia. Y, aunque una parte de la oferta laboral quede obsoleta, hay que lograr por todos los medios que se transforme para volver a ser útil. 

PLAN DE ACCIÓN

Ante esta situación, ¿qué podemos hacer? Pues volver a estudiar, pero no volver a los libros como tal de nuestra añorada EGB si no a las nuevas tecnologías, entender sus capacidades, su forma de actuar, sus procesos de uso y como no entender cómo se pueden mejorar. Aprender nuevas tecnológicas es aprender habilidades tecnológicas aplicables al mercado laboral, no ponerse a jugar con su hijo a la play... Y, cuidado, que su hijo se pase horas chateando, jugando con la consola, o “comunicándose” con el móvil, no significa que su hijo haya adquirido capacidades tecnológicas para  encontrar un empleo. Esas capacidades son otra cosa.

Por tanto, la solución una vez más está en la escuela. De un lado, debe formarse a aquellos empleados con capacidades y empleos con riesgos de quedarse obsoletos para que puedan reincorporarse al mercado laboral en otros sectores con más futuro y perspectiva. 

De otro, la escuela debe formar a nuestros hijos para saber adaptarse a los avances tecnológicos. Y esa formación no es poner pizarras electrónicas en las aulas, es formar a nuestros hijos en nuevas competencias. Caso de capacidades para el aprendizaje disruptivo, o sea pensar de forma crítica desde un uso racional, no lo de criticar por criticar, por cierto, deporte nacional. A ello debemos ser capaces de habilitar a nuestros hijos en funciones de creatividad, la innovación, la cooperación, la intuición o la originalidad. Las máquinas pueden completar tareas cada vez más complejas, pero no eliminarán nunca estos atributos únicos del ser humano. 

Así pues, de este proceso igual que de las anteriores revoluciones ya superadas, es posible tener un aprovechamiento que genere un impacto positivo del cambio tecnológico en el empleo. No obstante, es necesario que, mediante una nueva educación y mediante una acción de políticas públicas adecuadas a la nueva realidad, en la reconversión laboral y en la aceptación del avance tecnológico beneficie por igual a toda la sociedad. 

Pero no debemos olvidar la enseñanza principal que nos deja implícitamente Isaac Asimov en sus citadas teorías. Las nuevas tecnologías, incluida la robótica, tienen como propósito fundamental hacernos la vida cada día más fácil y, como consecuencia de ello, conseguir un mayor bienestar y progreso de la raza humana. 

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