Prácticas empresariales nada limpias

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photo_camera Prácticas empresariales nada limpias.

¿Estás pensando en emprender, en abrir una empresa y te da miedo y respeto enfrentarte a tu competencia, en especial a esa que lleva años y años de éxito en ese sector?

¿Estás pensando en emprender, en abrir una empresa y te da miedo y respeto enfrentarte a tu competencia, en especial a esa que lleva años y años de éxito en ese sector? Es lógico que tengas ese sentimiento, porque emprender supone hacerse un hueco en el mercado para que tus clientes te reconozcan y valoren; eso implica siempre remover el “status-quo” actual. De hecho, yo siempre valoro en positivo el que haya competencia, ya que ésta nos estimula a mejorar y a crecer profesionalmente.


Ahora bien, hace dos semanas, hablando con un joven emprendedor que tiene su empresa de transporte en tierras castellanas desde hace tres años, me contaba que estaba teniendo serios problemas para conseguir nuevos clientes, no solo por la sana competencia que debe existir siempre, sino porque se había enterado que tres empresas de las más antiguas en el sector tienen un pacto (oculto) de no agresión, de tal manera que entre ellos no se quitan clientes y, en cambio, lo que hacen es ser muy agresivos comercialmente contra todas aquellas empresas que no pertenecen a este grupúsculo de poder.


¿Qué decir de estas prácticas que atentan contra la libertad de los clientes para elegir a los proveedores que quieren que les suministren productos y servicios? ¿Qué decir de estas prácticas empresariales que no permiten a las nuevas empresas hacerse un hueco en el espectro de su sector? ¿Qué decir de estos oligopolios encubiertos que lamentablemente siguen existiendo hoy en día?


¿Qué decir de estas cadenas de supermercados que pactan precios mínimos de venta de algunos productos? ¿Qué decir de estas cadenas hoteleras que acuerdan el precio mínimo de la habitación? ¿Qué decir de estas gasolineras que pactan el precio mínimo del combustible y que no permiten eso que se denomina la ley del libre comercio?
Y si todas estas prácticas encubiertas apestan y desprestigian el buen hacer del resto de las empresas que son éticas, ¿qué se puede decir de oligopolios conocidos y legales? Me explico: resulta que si un cliente está descontento con su empresa actual de limpieza por mal servicio, por precio o por la razón que sea, si decide llamar a otra empresa de limpieza, a esta última le tocará asumir a los trabajadores de la empresa antigua (con su antigüedad y salario) o tendrá que despedirlos (con el correspondiente coste que conlleva esto).


En teoría, este sistema, llamado SUBROGACIÓN, está diseñado para defender al trabajador en sus derechos y que conserve su puesto de trabajo. Y ojalá fuera así porque la legislación siempre tiene que favorecer al más débil. Pero la realidad nos marca que con este sistema, las nuevas empresas no pueden ofrecer precios competitivos a sus clientes porque saben que van a tener que asumir un coste extra, bien porque tendrán que asumir un despido de los trabajadores de la otra empresa o porque tendrán que asumir una antigüedad y salarios desproporcionados en relación a los trabajadores de la nueva empresa.


Aparte, no son pocos los contratos de limpieza en los que no aparece el número de horas de servicio ni la dirección donde se presta, con lo cual la empresa antigua, en muchos casos, se “inventa” esos datos del servicio que en teoría desempeña. Es más, como tampoco aparece qué trabajador o trabajadora ejecuta ese servicio, nuevamente la empresa antigua se “inventa” a la persona que en teoría cubría ese trabajo.
¿Cuál es la conclusión de este sistema? A la vista está que con estos datos a los trabajadores no se les defiende en sus derechos. Igualmente, los clientes no pueden beneficiarse de eso que se llama ley del libre mercado y, en ocasiones, tienen que quedarse con su empresa actual porque la nueva empresa no puede darles buen precio y, al mismo tiempo, asumir los costes extras de la operación.


Entonces, si estos oligopolios, sean encubiertos o no, no favorecen ni a trabajadores ni a clientes, ¿por qué se siguen manteniendo? Sin duda, porque hay determinadas empresas que entienden que la única manera que tienen de permanecer en el mercado y tener negocio es acudir a estas prácticas nada éticas y que lo único que consiguen es enrarecer sectores empresariales en vez de trabajar por y para el cliente.


Soy de los que piensan que la competencia, siempre que sea sana, ayuda a cualquier negocio a mejorar y progresar. Pero a todas aquellas empresas que apuestan por estas prácticas nada limpias, solo me queda decirles que este tipo de acciones suelen tener un recorrido con fecha final, sea antes o sea después, pero siempre tienen fecha final, entre otras cosas porque los clientes no perdonan este tipo de conductas.

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