LARGA CRISIS SILENCIOSA

Los retos que afronta un nuevo gobierno que arrastra viejas exigencias

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Presupuestos, compromiso de déficit o crecimiento económico, incógnitas a despejar a corto plazo

Tras el mayor periodo de impasse de la democracia española, incluso más que en el periodo de la transición, nos encontramos al inicio de la XII legislatura del Reino de España. Una legislatura de la que los ciudadanos esperan urgentes soluciones de un gobierno en minoría y acostumbrado a la comodidad de las mayorías absolutas.  


Un gobierno que desde el primer día nace con una deuda de un año sin gobierno y sin las correspondientes tomas de decisiones de calado en el marco de gestión económica o social. Pero qué podemos esperar de este gobierno? Pues, grandes decisiones tomadas a la luz de largas noches de negociación, lideradas por segundos espadas, dispuestos a dormir poco por el bien de este país. 


Negociaciones marcadas por los imperativos de nuestros socios europeos y por las decisiones tomadas en la comisión Europea. Otro centro de alta política que nos tiene acostumbrados a largas negociaciones con acuerdos al límite de plazo.


RETOS


Un gobierno que tendrá pocas semanas para aprobar el techo de gasto y la reducción del déficit exigido por Bruselas, y valorado en 15.000 millones euros aunque reducido por el gobierno en funciones hasta los 5.500 millones.  Pero no se preocupen, nunca hemos cumplido los objetivos marcados de déficit ante Europa y tendremos hasta finales del año 2017 para inventarnos la excusa de rigor. También deberá afrontar la reforma del sistema educativo, reforma que todo Presidente del gobierno que  se tercie en este país, afronta al menos una vez en su  periodo de gestión. No se preocupen, el siguiente gobierno la derogará. 


Se deberá seguir con las medidas de reestructuración bancaria decidiendo qué hacer con el Banco Mare Nostrum (BMN) y si nos cuesta dinero a todos los españoles o solo a los accionistas  de Bankia (de la que el Estado es accionista). No se preocupen, quedan muchos años para devolver el “rescate”, perdón, el crédito bancario europeo.


El nuevo gobierno deberá “enfrentarse” a la balanza de los gastos frente a los intereses de la gran industria nacional. Decidiendo si se vuelve al gasto en obra pública, uno de los grandes damnificados de este año de paréntesis, y si somos capaces de recuperar el primer puesto mundial de kilómetros de AVE, o mejorar la red de carreteras desatendidas con una década de crisis. Decidiendo si apostamos por la producción de energía renovable patria o por el consumo de gas natural y derivados del petróleo extranjero. 


El gobierno de la defensa de la unidad nacional, deberá afrontar la defensa de las empresas por el mundo, caso de la licitación del AVE a La Meca, o decidir si apostamos por las  empresas en contratos como la macrolicitación de 2.600 millones de los nuevos trenes de alta velocidad de Renfe. O en los procesos de liberación del transporte de pasajeros por tren.  


CONVERGENCIA 


Para nuestra terriña, sabremos si el nuevo gobierno será capaz de fomentar el desarrollo de los grandes sectores de la comunidad, como el forestal, automoción, textil, agroindustrial, naval o de ayudar al despegue (nunca mejor dicho….) de sectores como la aeronáutica o la industria energética renovable. O lo que os mismo, la reducción del paro del territorio. O lo que es lo mismo, el desarrollo de una política de reindustrialización del país al ejemplo de Alemania o Francia.  


Volver a solicitar a Madrid la cesión de la AP-9, y una mejor financiación para las autonomías, que favorezcan aquellos gobiernos autonómicos que si siguieron las “ordenes” de los ajustes para evitar que  España fuera intervenida. Aunque el mayor deseo de Galicia es que el gobierno central facilite la convergencia de la economía gallega a la media nacional y Europa, verdadera muestra de una política de unidad nacional. 


MINORÍA


Pero en general, el nuevo gobierno volverá afrontar la disyuntiva de financiar nuevos retos con menos recursos y en una minoría parlamentaria que tendrá que negociar con partidos de la oposición que en algunos casos defienden los intereses obreros y en otras ocasiones los intereses de los ciudadanos y en otras muchas no se sabe.


Siendo justos debemos darle un voto de confianza al presidente que ha conseguido que España crezca a un ritmo de 3,4 % y haya bajado el paro del 20% en un país que había liderado esta triste encuesta a nivel Europeo.  Sin duda será la legislatura del dialogo regado de café, noches en blanco e intercambios de mensajes en redes sociales como medio de negociación. 


Me despido deseando a Rajoy que alcance su promesa electoral de 20 millones de empleos, una reducción de los impuestos y una mejora de la cobertura social que permita no solo recuperar el nivel del PIB sino también la ilusión por el futuro de los españoles.  

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