Los riesgos que suponen las viejas políticas teñidas de apariencia de nuevas ideas

Reino Unido o Estados Unidos son dos ejemplos de políticas que provocan dolor de cabeza en medio mundo

Todo vuelve, suele decirse en el sector de la moda, y también podíamos decirlo en la política y la economía actual. Ya que los últimos grandes acontecimientos electorales y sus consecuencias marcan un camino contrario a la globalización y de vuelta a principios de siglo XX. Véase un Brexit demoledor con el espíritu del proyecto europeo y que todavía nadie es capaz de medir sus consecuencias. Ya que el “éxito” inglés puede incentivar un efecto dominó sobre los países con procesos electorales en el año actual; Alemania o Francia, las piedras angulares de la Unión Europea. 

A ello hay que sumar el gran efecto mediático del 45 presidente de los EEUU, el señor Donald Trump, que es capaz  a golpe de mensajes en redes sociales de parar proyectos millonarios de su industria de automoción o de “atacar” el desarrollo económico del espacio Asia-Pacifico con China y Japón a la cabeza. La verdad hasta me resulta jocoso escucharle decir “América primero”. Me pregunto en qué momento América ha dejado su política de supremacía mundial militar, económica, cultural y política sobre el resto del mundo (un dato, en el año 2016 Estados Unidos ha bombardeado 38 países y ha usado 26.000 bombas). 

También es curioso el enfrentamiento creado contra México y en general contra otros países de América latina, primera fuente de mano de obra barata que alimenta la industria americana, incluida la cadena hotelera del señor Trump. Otra curiosidad: los problemas vienen de la emigración y la frontera; es decir, del exterior de América, pero Estados Unidos es el país con más armas de fuego en manos de civiles del mundo, 90 de cada 100 tienen un arma (al menos) y provocan tres muertes violentas a la hora. 

En general estos “nuevos” políticos han sabido leer entre líneas o, mejor dicho, entre comentarios en redes y detectar un perfil de cliente “enfadado” con lo que había y que estaba dispuesto a cambiar su voto a cambio de un político preocupado “por sus problemas diarios”. 

LA AUTOMOCIÓN

Como la deslocalización de empresas en terceros países como México o China. Veamos el caso de Ford. Trump ataca un proyecto de una nueva plata del gigante automovilístico en México, esta compañía para el proyecto y anuncia inversiones en Estados Unidos para la creación de 400 nuevos empleos en este país, es decir punto para el 45 POTUS, pero nadie nos dice que el incremento de los costes de esta decisión, la empresa los repercutirá en el consumidor americano de sus coches. 

El presidente norteamericano, mientras tanto, contraataca con la promesa de bajar los impuestos para compensar dichos costes, a costa de bajar el gasto social. Y ya tenemos la solución, las grandes empresas americanas tienen menos impuestos, los americanos tienen menos derechos sociales y todo por un puñado de puestos de trabajo, en una economía con una tasa de paro de menos del 5%. 

Que esa es otra, para que Trump cumpla su promesa  electoral de creación de nuevos empleos (ser el presidente “de la historia de América que cree más puestos de trabajo, con la ayuda de Dios”) y superar a los 12 millones de puestos de trabajo de la era Obama, “deberá” importarlos previamente. 

Como ven, nada es lo que parece. Trump no es un “loco” neoproteccionista al uso, solo es el abusón del patio de colegio que quiere llevar los ideales del partido Republicano a un mayor nivel, el de enfrentarse al segundo abusón, China, país creado en la vorágine de la globalización y que tan buenos resultados le ha dado. 

CONSECUENCIAS

País que en nada tiene de liberal, ya que invertir es difícil y vender mucho más, pero que es la gran panacea del negocio low cost.  Y en todos estos tejemanejes Europa, con sus eternas dudas y lagunas, que si seguimos con el proyecto europeo, que si lo reducimos, que si lo aumentamos. En fin, Europa se está jugando el poder mantener un papel  en el mundo, pero cada vez más somos una potencia “vieja” y con menos peso demográfico. 

La verdad, a Galicia no nos viene nada bien esta nueva moda del neoproteccionismo que se está propagando, aunque sea de pose, ya que cada vez más nos hemos convertido en un exportador neto al mundo de productos y servicios de nuestras empresas y en una economía que poco a poco se vuelve cada vez más abierta al mercado mundial.  ¿Se imaginan que la ropa de Inditex deba pagar aranceles en cada país o mejor aun que cada vez que “bajemos” a Portugal  debamos pasar aduana, cambiar  moneda o pagar tasas arancelarias por comprar toallas? Una locura, ¿verdad? Pues cuéntenselo a Theresa May o a Donald Trump.

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