ÁGORA ECONÓMICA

Ruido y astucia en el nuevo escenario económico mundial

two chess horse. Figures of a chess are cut out from a tree - manual work

A la estrategia como concepto aplicado en un principio al terreno militar y trasladado posteriormente a la política y a la economía, tiene su origen en Grecia. La Grecia Clásica, a través de su filosofía, pero también de las obras literarias de narrativa mitológica, describió por primera vez  la fuerza,  la astucia  y la capacidad de persuasión como atributos básicos, pero muchas veces contrapuestos, que determinan el buen fin de un plan.

Trayendo a nuestros días las fábulas de los dioses griegos, Trump representa el poder de la fuerza bruta, el lenguaje directo y destructivo que parece buscar la negociación a través del sometimiento y la intimidación. Trump es una especie de Aquiles en la Ilíada, el cual sólo concibe la derrota total de sus oponentes en un campo de batalla, en este caso con lanzas en forma de tweets, sin margen para la diplomacia. Pero como todo aquel que, sabedor de tener los mejores medios, lo fía todo a la superioridad en números (ya sea PIB, armamento, control de instituciones mundiales, etc.) para forzar de forma directa la consecución de sus intereses, siempre acaba teniendo, al igual que Aquiles, un punto débil. Un talón desprotegido que sus rivales pueden utilizar para ganar con astucia. 

El arte de la astucia, por el contrario, se corresponde más con el tipo de estrategia de su principal rival, China. 

En La Odisea, la otra gran epopeya griega también atribuida a Homero, se describe el famoso pasaje de la victoria de los griegos al lograr introducir dentro de las murallas de Troya un gran caballo de madera cargado en su interior con guerreros, bajo la apariencia de un agasajo. Este episodio fue el germen de la astucia como valor de la estrategia militar y China parece apostar por sus propios “Caballos de Troya” ya sea en forma de inversiones, aprendizaje del “know how” o  compra de deuda en muchos países del mundo. De forma silenciosa, con un ego más que disimulado.

Los contrastes de estas dos estrategias se han podido comprobar esta semana en las relaciones de China y Estados Unidos con Europa.  Ante la caída del euro frente al dólar, con el consiguiente auge exportador de la Eurozona  y el aumento del déficit de Estados Unidos por cuenta corriente, el gobierno norteamericano no ha dudado en sacar la artillería dialéctica y disparar al objetivo.  Peter Navarro, director del Comité Nacional de Comercio creado por Donald Trump, acusó directamente a Alemania de aprovechar el euro para explotar a la Unión Europea y a Estados Unidos. Así, dio un golpe bajo a la Unión Europea donde más duele, al señalar que “mientras que el euro flota de forma libre en el mercado internacional de divisas, este sistema desinfla el valor que hubiera tenido el marco alemán si todavía existiese”. Este tema que hasta ahora parecía tabú en el análisis económico que marca las relaciones entre los socios europeos, se libera ahora dentro de las estrategias sin cortapisas ni medida del gabinete de Trump. No vendría mal valorar esta cuestión pero la finalidad en este caso trasciende este debate. Uno de los fines del nuevo gobierno de Estados Unidos es señalar un enemigo o una posible conspiración ante cualquier contratiempo, en este caso la pérdida de competitividad por la revalorización del dólar. Otro de los fines es dividir a Europa y rebajar su rango como potencia, en este caso,  sembrando el terreno para el resentimiento de muchos países del sur del continente que ha pagado y siguen pagando las consecuencias de la crisis por no tener margen para una devaluación monetaria dentro del Euro, al tiempo que no han contado tampoco con el auxilio en un mercado de deuda que, al contrario que la moneda, sí es fragmentado y favorece intereses alemanes al financiarse a coste cero, mientras que otros países, entre ellos España, siguen pendientes de su prima de riesgo. El terreno para la división, el ultranacionalismo y nuevos “exits” se sigue abonando, en este caso atacando a la mayor potencia del continente por un camino fácil que las propias contradicciones europeas le ponen a tiro.

La estrategia de guerra abierta del Gabinete de Donald Trump tiene la ventaja de exigir a su rival entrar en el barro y obligarle a jugar con las mismas armas en una posición de debilidad. Así, Mario Draghi, presidente del BCE, tuvo que salir este lunes en defensa del euro y del proyecto de la Unión Europea, negando que esté manipulando el tipo de cambio de la moneda única, y, para intentar devolver el golpe, calificó de “muy preocupante” la desregulación financiera que propone Donald Trump. 

Al mismo tiempo y aprovechando esta guerra mediática, también estos días pasados se han intensificado los esfuerzos de China por estrechar relaciones diplomáticas y comerciales  con Alemania (no con la UE para no darle dimensión de potencia al continente). Con este movimiento discreto busca sacar partido de una Europa que sirve de comparsa de los intereses y la guerra velada de las dos superpotencias en el terreno comercial.

Tendremos que acostumbrarnos a este nuevo escenario. El área de estudios de Goldman Sachs ha publicado un informe en el que se muestran cautos sobre el futuro inmediato de la economía americana. De cumplirse las premoniciones menos halagüeñas, es probable que se redoblen los ataques y se recrudezca el tono de la administración Trump. En todo caso, a su gabinete le vendría bien saber que en las leyendas homéricas, Grecia derrotó a los troyanos tras la muerte de Aquiles, utilizando la astucia de Atenea para guiar a sus soldados a través del caballo de madera. La tensión entre Estados Unidos y China es cada vez más visible y el tiempo parece jugar a favor de los asiáticos, pero en cualquier caso, la tercera gran potencia, la Unión Europea, amenaza con ser el primer gran perdedor (a pesar de ser la mayor economía de las tres). La estrategia de Europa simplemente no existe, son sólo un conjunto de tácticas improvisadas propias de las tribus primitivas preocupadas de hacer la guerra por su cuenta con intereses de corto plazo, con nacionalismos enanos de tamaño e ideas para competir en el mundo actual. Baste ver como uno de los presidentes europeos se ha mostrado solícito a sacar tajada individual al ofrecerse como mediador de Trump ante los incendios diplomáticos que este provoca como si no fuesen deliberados, a lo que este respondió: “bien, pero le aconsejo que invierta más en armamento” del fabricado en USA, claro.  Así es como  la estrategia de Trump da resultados. De momento.

Te puede interesar