FORO LA REGIÓN

Francisco Caamaño: "La administración no debe jugar a ser un empresario, su función es la de supervisar"

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photo_camera Francisco Caamaño, en Ourense.

El Exministro de Justicia, profesor y abogado habla sobre la colaboración público-privada en las administraciones

El exministro de Justicia Francisco Caamaño protagonizó este jueves el Foro La Región. Ya alejado de la primera línea política, observa con interés la actualidad de una España que define como "inquietante" y tratará la gestión pública y la colaboración de las empresas privadas.

¿Tenemos buenos servicios públicos?

Todo es susceptible de ser mejorable, pero la calidad yo creo que sí.

¿Hay una buena colaboración entre lo público y lo privado?

En términos generales ha funcionado de manera muy aceptable en su conjunto, aunque sí ha habido ciertos abusos. El principal problema que ha existido en España ha sido el de la corrupción, el amiguismo.

¿El interés general de un servicio público no choca con el interés privado, del máximo beneficio?

La realidad es que los servicios públicos los puede gestionar directa o indirectamente. Lo segundo no quiere decir que se privatice. La basura, el agua, transporte, aunque lo gestionen empresas, siguen siendo público, la responsabilidad es de las administraciones. ¿Por qué puede haber rentabilidad? Porque hay muchas empresas que son capaces de reducir costes al estar hiperespecializadas. La colaboración público-privada es lo bueno. No es mejor ni lo público ni lo privado. ¿Dónde han fallado las cosas? En el control.

A eso iba. ¿Es la clave del asunto?

Normalmente se molestan hasta el momento de la adjudicación y luego no se vuelven a acordar, es el gran fallo. La administración no debe jugar a ser empresario y asumir la gestión, muchas veces es un error. Yo elijo a un concejal para que me represente políticamente, no paras que sea un ingeniero de transporte. Su función es supervisar, escuchar a los ciudadanos y exigir al prestatario que se ajuste a las condiciones y si no resolver el contrato. Esto se ha hecho muy poco en España.

¿Esto ha llevado a que se hable tanto de remunicipalizar?

La palabra remunicipalización encierra gran trampa, porque los servicios siguen siendo públicos, otra cosa es que decida que lo que se gestiona de manera indirecta pase a ser directa. Pero el debate político oculta cosas.

¿Se hace demagogia?

Muchísima. No solo es el personal, es el nivel del mismo, la inversión para las obras. Todo esto no se pone encima de la mesa, se hace el discurso, que es mejor lo público y no, el mejor es aquel que da más calidad.

Hablaba de la corrupción. ¿Solo se da en concesiones?

¿No hay empresas municipales en las que también la hay? Hay corrupción en ambos modelos. La cuestión es cómo combatirla.

¿La nueva ley es positiva?

Pretende combatir los riesgos. Permite hacer política y es muy importante. No necesitas una empresa pública, puedes poner condiciones a nivel laboral, ambiental, social.

La ley de contratos está condicionado a los más pequeños.

Es muy exigente, burocrática para cuestiones de poca cuantía. Parte de la desconfianza absoluta hacia los gestores y dificulta. Hay excesos, es verdad.

Como exministro de Justicia, ¿le preocupa la percepción de sobre este campo? 

Me preocupa especialmente, porque juega en contra de nosotros mismos. No han sido acertadas algunas decisiones, pero tenemos que hacer un esfuerzo colectivo por mejorar.

Vivió de cerca la relación con Cataluña. ¿Esperaba esto?

A los que incumplen la ley hay que aplicársela. Pero fuera de eso, hay un problema político de primer nivel, que España no ha resuelto y que afecta a millones de personas. Hay que afrontarlo con inteligencia.

¿Pedro Sánchez lo hace?

Es demasiado difícil y más para un Gobierno débil. No hay interlocutores a la altura en Cataluña para un diálogo serio, no pedir que dejen libres a los presos porque el presidente del Gobierno no es un juez y pedirlo es absurdo. Si hace falta una reforma de Constitución, que se haga.

¿Hace falta?

Sí, no sé si ahora es el momento, eso sí. Pero debemos tener esa valentía.

¿La inmediatez está acabando con la política?

Me parece terrible, este lenguaje de constitucionalistas o no, es insólito y está implantado. Lo que intentan algunos como estrategia electoral nos lleva a la confrontación y eso es muy peligroso.

¿El fenómeno Vox echa más leña al fuego?

Forma parte de este elemento de confrontación. Muchos votantes de Andalucía lo hicieron basándose solo en lo de constitucionalistas, Cataluña, y no sabían su posición real sobre la violencia de género y otros temas que salen a la luz. El problema de la política española es la gran emotividad de algunos aspectos.

Vox ha puesto el debate sobre la violencia machista en la mesa.

Es un retroceso inmenso. Cuando defendí la Ley de Violencia de Género, fue una revolución. ¿Cómo vamos a volver atrás?

¿Es entendible que La Manada esté en libertad?

Lo que han hecho es merecedor de esa pena y más, pero el Estado de Derecho lo es para lo bueno y lo malo.

La prisión permanente revisable está también de actualidad.

Lo va a seguir estando, es el populismo penal. España es un país seguro. Yo entiendo a las víctimas, que reaccionen con dolor, pero el Estado de Derecho tiene que tener cierto distanciamiento, es una pena mal articulada. No es bueno legislar en caliente ni hacer demagogia. Debería haber un pacto de todos en no hacer política con ciertos temas. 

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