El ciclista gallego rememoró en el castillo de Maceda su triunfo en el Tour de Francia, del que se cumple una década
Hace una década (bueno, 13 meses menos, pues fue cuando se hizo oficial), el ciclismo gallego visitó el Olimpo al alcanzar el mayor éxito de su historia. Óscar Pereiro conseguía la victoria en el Tour de Francia 2006. El mosense rememoró ayer la efeméride en el marco del Foro La Región y lo hizo en un lugar emblemático de una localidad que respira ciclismo por todos sus costados, el castillo de Maceda.
Desgranó en la charla-coloquio los entresijos de aquella ya histórica ronda por etapas aunque para dar cuerpo a su historia, al "sueño cumplido de un niño", el 'Casca', habló también de su 'antes', contando un secreto, el motivo por el que se decidió a ser ciclista profesional, historia que se fraguó muy cerca de donde pasado mañana partirá la Vuelta a España. "Yo quería ser ciclista de fin de semana, porque con 18 años renunciar a la playa, la disco y los amigos era complicado y el deporte muy exigente. Para pagar mis vicios debía ponerme a trabajar y debuté como vendedor de enciclopedias, en Ribadavia. Entré a tres tiendas y nada más salir me dije 'quiero ser ciclista profesional'. Aquel día cambió mi vida".
La charla-coloquio fue moderada por Xulio Conde, alma mater en el Club Ciclista Maceda, quien habló de Pereiro como "referente mundial" y "ciclista polifacético".
El guiño de Óscar Pereiro no se hizo esperar: "La cuna del ciclismo gallego estuvo en las '3 P' (Porriño, Padrón y Ponteareas) pero Maceda es ahora la ilusión por el ciclismo, no solo por Pablo (Rodríguez), si no por otros muchos, me hubiera gustado que en Mos se viviera el ciclismo como se vive aquí. Siento envidia".
El del 2006 era el tercer Tour para Pereiro: "Alejandro Valverde era el líder del equipo pero en las primeras etapas se rompió la clavícula y vi que esa podía ser mi oportunidad. Fue el año de la Operación Puerto y si en las carreras anteriores había sido noveno y décimo si faltaban cuatro o cinco las cuentas eran fáciles, debía ser cuarto, y a ello me puse. Todo bien hasta una etapa de montaña en la que me dio un golpe de calor y... (perdió 26 minutos en meta). Solo pensaba en que iba a fracasar en mi primera gran oportunidad y fui llorando desde el Portillon hasta Pla de Beret. En la última ascensión escuché los ánimos al 'Casca' y al llegar al hotel le dije a mis compañeros que iba a reventar la carrera".
No lo logró al día siguiente pero sí dos después, en una etapa en la que ganó al pelotón 29 minutos y se vistió de amarillo. Al final el americano Floyd Landis 'voló' y en la crono final remató la faena aunque pocos días después de finalizar la carrera salió a la luz el positivo por dopaje y casi un año después el nombramiento de Pereiro como ganador.
El ciclista gallego reconoce que "ganar el Tour fue lo mejor que me pasó en la vida pero también lo más triste. Por un lado porque lo de Landis era un palo para el ciclismo y para mí, porque compartí habitación con él un año, y después porque en España la gente tumba muy pronto a los ídolos. Hice noveno al año siguiente y la gente me llamó fracasado, pero no se dan cuenta que lo logrado el año anterior solo pasa una vez en la vida".
El alto nivel
En el turno de preguntas reapareció el tema del dopaje y Pereiro fue muy claro: "¿El ciclismo cabeza de turco? Fue demasiado listo y quiso ser el deporte en el que abrir las puertas sin tener la casa limpia. Pero el ciclismo no es solo doping, quizá seamos más sanos que en otros muchos deportes. Admiro a Marc Márquez pero se dice que es un fenómeno porque corre después de dislocarse el hombro. Claro, infiltrado, pero para un ciclista eso es doping. El deporte de alto nivel no es sano, todos tienen su límite y aveces la gente tiene la tentación de cruzar la línea".
